El primer verso

Este es mi primer verso, el que va luego del último
porque todo comienza y termina en tiempo minúsculo
y si dejo de versar hoy, y el mundo muere mañana
me perderé el derramar mi tinta sobre estas sábanas.

No me quito de la poesía, ni de perseguir este hilo
aunque me faltes en ella, y en los mismos respiros
todo continúa, el tiempo pasa, y vivirás más besos
también serán desaires, romances, y nuevos paseos.

En mi libro leo a ese actor en una triste encrucijada
esta vida sin tus besos, o existir con el alma espinada
debo escoger si nadaré del mar sólo en su espuma
o si disfrutaré de un sol de mañana vestido de luna.

Lárgate de mi vida y se feliz, pero me duele, te confieso
no porque no quiera, pero eres sal, y mi luna de queso
necesito salir de este laberinto en el que me encuentro
y luego que salga, si estás, escribiremos días y cuentos.

Musa Taína

Conduciendo incansable sobre tu piedra negra
recuerdo tu bagaje, que tenías el alma guerrera
cuando eras casi transparente, sólo verde, y taína tu sangre
eras paraíso inmutable, de hojas insensibles al desaire.

Te veo hoy, malherida, y pierdo la fuerza de mi mensaje
asumo que ese es el propósito gringo de este chantaje
pero cuando levanto la vista de la erosión, de esta calle
veo el azul cielo, el verde Alelí, y del pueblo, los detalles.

Me entristece cuando veo que llevas el alma dividida
me lleva a huir, a volar, me empujas hacia mi partida
pero mi corazón me agarra, me bombea esta sangre india
y recuerdo los discursos, las masacres, y mi tez indígena.

Entonces tomo un lapiz, tomo un papel, me rodeo de versos
acerca de fantasías, libertad, cavilando sobre sueños necios
recobrando mis fuerzas, que aunque languidecen, aún respiran
rememorando a mi patria, aunque escindida, aún camina.

Te agradezco por recordarme, mi amada, musa querida
día a día, en las mañanas, que mi tierra exhala vida,
que en Borikén quiero pasar el resto de mis días
que la lucha está viva, que la derrota es gesta fingida.

(Para tí)