Stalker

Te observo sigiloso desde mi ventana
Ocultando mi respirar, de tarde a mañana
Con el deseo de tenerte enjuagando mis labios
Con el deseo de tener tu piel, tus cabellos lacios.

Miro tu gracioso caminar, tus livianos pasos
El temblor de tus muslos dentro de esos retazos
Y cada vez que el viento se asoma a mirarte
yo le regaño por tus senos rozarte.

A lo lejos te miro, y entre jadeos
el caminar ligero acalora el deseo
y cuando me acerco justo a agarrarte
la timidez me traiciona, me obliga a soltarte.

Me has visto mucho más de cien veces
a lo lejos, con barba, bufanda y lentes
es que me tienta el deseo de seguirte
y un día, detenerte y descubrirme.

Cien Años de Imposible

Allí estaba
aún amarrado al castaño
enjuto su rostro
y fuerte su vida.

Aunque deseaba morir
esas amarras lo sostenían
al recuerdo
a la vida.

Muchos pájaros
anidaron en sus manos,
muchas abejas
cultivaron su miel
en su cabello largo,
a veces enmarañado,
pero nadie logró
tocar su corazón.

Ese antiguo guerrero
luchó, batalló
mas nunca murió
mas nunca ganó.

Las cruces:
aquellas cicatrices
todavía eran visibles.

Sus uñas
sus dientes
su mirada
estaban carcomidos
por el tiempo.

Sus pies
eran el reflejo
de cuantos ríos,
trincheras y desiertos
cruzó en su vida.

Sus ojos,
eran diario
eran historia
a veces negra
a veces roja.

Así vivió
muriendo todos los días un poco —
agonizando —
atado al castaño de un imposible
acompañado de algunos pájaros
porque los guerreros
desdichados en el amor
aunque honrosos en los cuentos
viven condenados
a un centenario
de soledad.