Musa Traidora

Qué pretendes, para que quieres tocarme ahora
si esta noche el whiskey es el que elabora
si mañana huirás arrepentida con silenciosa despedida
cuando se acerque el calor del alba, lloraré tu partida.

Por eso me quito, desaparezco en este momento
estoy a tiempo, sin dolor y sin ningún lamento
aunque mi soledad te extraña, te adora y te añora
refiero revolcarme entre letras, versos y modorra.

Por lo menos te escribo por qué salgo de tu vía
no me interesa aburrirte con mis rimas ni mis días
ni que me veas deambulando con la esperanza sombría
ni que el eco de mis pasos nocturnos sea tu pesadilla.

Entonces desconciertas mis anhelos con tus trabalenguas
llegas y me amas con tu manos y tus letras
pero con tu voz me dices que no te toque
me confundes, aún con mis años y mi costumbre.

Detente, que es lo que ocurre, te enamoras de mis versos
de lo que pinto en el lienzo, pero te hartas de mi verbo
mi presencia te abruma, pero mis versos te acaloran
explícame mejor, porque me confundes, musa traidora.

Es Casi Amor

Es casi amor lo que siento
cuando te tengo, no te miento
cuando en auroras te deshojo
me reflejo en tus senos y en tus ojos
con nuestro roce me entretengo
transformando nuestro sueño en lamentos.

Es casi amor, y me ahogo
navegando tus surcos como un loco
con tus cariños falsos me desvivo
y te critico porque has vivido
aunque no más que yo, entiéndeme
soy esclavo del placer y de la piel.

Es casi amor, pero no lo es
se escucha sólo un grito soez
a las cinco de la mañana
cuando nuestro sexo se emaraña
cuando nos sentimos, pero no nos vemos
luego al soñar cotidiano volvemos.

Es casi amor, y me despido
porque mi espíritu esta casi rendido
ya mi perseverancia me abandona
porque de mis latidos eres ladrona
pero la costumbre nos ha matado
y este casi amor a otra lo he regalado.

Pretendo

Pretendo tus ansias, tu mirada expresiva
tus manos esquivas, tus caricias furtivas
desnudar tu pasión, en gemidos bailarte
mirarte, tenerte, llenarte, amarte.

Pretendo que mis dedos acaricien tus labios
anhelo que tus besos sacien mis resabios
ser atrevido en tu delirio y deseo
que tu humedad anide sobre mis versos.

Pretendo ser la barba que halas cuando rabias
tu café, tus cigarrillos, y ese que abrazas
compartir tus victorias, socorrer tus quebrantos
ser el hombro que recibe tus risas y llantos.

Pretendo volverme cotidiano en tu vida
escapar de la mía, que seas mi huida
no quiero que mi existencia quede a la deriva
sólo que tu piel escriba mi biografía.

Ahora queda sin respuesta la pregunta más importante
porque no importa lo que yo quiera brindarte
es necesario saber lo que anhelas en tus días
y si no es lo que pretendo, salgo de tu vía.

Sonámbulo

Hoy despierto, igual que ayer, sonámbulo. No recuerdo si ya lavé mis dientes, porque todos mis días son iguales. Enciendo mi televisión, y veo noticias que me consternan por sólo cinco minutos – ya lo he visto todo. Si lo que veo no son mis nuevas, y ese mundo no es el mío, que más da.

Me dirijo a cocinarme algo, porque gruñe mi estómago. Al mirar dentro de mi nevera, me pregunto: ¿tostadas francesas, huevos fritos o en revoltillo? Me da igual, porque el café es igual.

La ropa que llevo es la de anoche aun. La que tengo en mi closet es la de la semana pasada, o de la antepasada, si tengo suerte.

Veo algunos seres compartiendo mis pasos, también sonámbulos, con quienes cruzo miradas, pero están todas vacías. Mis ojos son sólo cuevas, órbitas cóncavas que no invitan a nada.

Ni siquiera el agua cayendo sobre mí auyenta esta anestesia. Mi vida vive confinada en un trance, inescapable, monótono, e innegable.

El orden en el cual realice mis labores matutinas no importa, el desenlace es el mismo: me dirijo a mi trabajo, intento sobrevivir algunas horas, para luego regresar.

Sin ninguna eventualidad, lavo mi cuerpo, y me acuesto a dormir. Es ahí donde despierto, en sueños, dónde soy la arena del envase de cristal, y dónde, con una pincelada, trazo valles verdes, muñecos de nieve, y millones de destinos.

Luego comienza el otro día, el mismo de ayer, la misma vagancia sonámbula, como el ratón en su laberinto genérico, cuya ruta ha memorizado. Luego, sólo queda correr en la rueda, sin dirección.