Esa nariz solitaria
visitada por tela y manos
sólo quiere la caricia
y que se olvide el descanso.
Ese puntito fin
que habita entre piernas
sobre un llanto ruin
bajo piel y laderas.
Esa pequeña nariz
se entretiene con juego
de la creación del albañil
que la acaricia sin tropiezos.
Ese chichito de carne
siempre observa sigiloso
él se exalta cuando arde
y se siente gozozo.
Señala pero no hostiga
sólo besos y roce anhela
de quien la cueva abajo habita
y sus ansias desespera.
Ella quiere atención
de la que desactiva la razón
y enciende la palpitación
sólo quiere corazón.