Obvio, Desespero

Cuando estoy contigo
a veces no quiero
y cuando no estoy
sólo desespero.

Sentir tu caliente aliento
vivir tus suspiros
tu tacto, no miento
cuando te digo
que estando contigo
y cuando no estoy
se desborda un anhelo.

Cuando mis labios
rozan los tuyos
cuando tu lengua
y la mía son uno
cuando tus manos
blancas como alma
las tengo, cuando no
te extraño, sincero.

Sabes, te quiero
te amo y te idolatro
eres ese cuadro
que cuelgo de mi pecho
que me revive
cuando caigo muerto
nacen en mi lápiz
versos alfareros.

Abres las puertas
del cuarto y veo
menuda la ropa verde
me sientes y te siento
cuando los cuerpos
a un ritmo son uno
llegado el momento
te vas a tu vida
tu hálito se despide
extraño tu cuerpo
extraño tus besos
obvio, desespero.

Inverosímil

Cómo extraño ciertos cálidos besos
aquellos que convertías en versos
cómo extraño ciertas suaves caricias
los alientos fugitivos de vidas furtivas.

Eres hoja seca viviendo en mi cabeza
revoloteando, mariposa chueca
espejismo de este mar sin vida
sin arena, sólo polvo y despedida.

Tus recuerdos como pulgas y gaviotas
o como los insectos de las tortugas
refugiados cobardes en la penumbra
son luciérnagas que ya no alumbran.

Aún te pienso llegando tarde, sin avisar
sin tocar la puerta, entrando sin pensar
anidando un sueño tras aquel cerezo
nadando las nubes, dueños del cielo.

Hoy se sirve la cena, y se cavilan ayeres
Grises las memorias de quien no vuelve
ni en luces, ni en sombras, ni en sueños
ni en suspiros, ni en silentes deseos.

¿Para Quién Escribo?

Cuando escribo, lo hago para mi sol, quien también es mi luna. Para esa rosa, que ilumina mis días, y en crepúsculos se convierte en pena. Por cada estrella, le entrego un respiro; por cada lamento, mil letras, las cuales derramo sobre este lienzo.

Hoy escribo para ti, para tu presencia ausente. Eres para quien interpreto mi personaje en este teatro lleno de rostros desconocidos.

Llevo tu alma tatuada en mis manos, tocar tu piel ha sido un pecado mortal. Pero cuando esa muerte oscurece mis ojos, renazco en las hojas de tu alba, recordando el destello de tu sonrisa, desde esta penumbra.

Hasta Luego

Do mis labios saben a tus besos
y mi cuerpo huele a tus gemidos
no dudes que te extraño,
pero más lo hago cuando
se ausentan tus ojos caramelo
esos que me llenan de anhelo
cuando te miro y me despido
y nos extrañamos en desesperos.

“Hasta luego” nos decimos
porque tal vez será mañana
cuando nos tendremos en caricias
o tal vez después, quien sabe
pero es seguro nuestro encuentro
con abrazos largos, de cariño sincero
que perduran en el tiempo eterno
y me subliman en tu infierno.

Extraño tu aliento y tus chistes
cómo tu corazón late en mi pecho,
la sensualidad con que te desvistes
tu voz hablando amores,
entre el tacto y los sabores
junto a tu lengua y mi deseo
delicada o salvaje en el beso,
siempre cálida entre lienzos.

“Hasta luego” significa sesenta auroras
cuando pensamos el próximo ahora
para juntar las manos y escribir versos
poesía de deseos, matando al silencio
cuando te veo, mi corazón latente
vestida de ansias ardientes
ven, juntémonos nuevamente esta tarde
olvidemos el luego, vivamos el presente.

Carta De Los Ochenta Años

Mi Amor…

Aquí me encuentro, sentado en esta silla vieja frente a la playa. Estaba escribiendo un poco, como siempre, y decidí dirigirte una carta, tal y como te había dicho que lo haría cuando cumpliera mis ochenta. Sólo te hablaré de mí, y de cómo me ha ido en esta vida, y no espero respuesta. No sé, tan siquiera, si sigues con vida o no, ojalá que sí. Sólo espero que hayas tenido una vida feliz y llena de amor.

Estos años me han tratado bastante bien, no me puedo quejar. Tengo varios hijos que me aman, y los amo también. Me casé tres veces, mi última esposa murió hace seis años. La amé con todo mi corazón. Fue una pérdida dolorosa, pero fue para mejor, estaba sufriendo demasiado a manos de un cáncer.

Si me ves, no me reconoces, me imagino. Ahora sí estoy calvo de verdad, no me queda ni una sola hebra de cabello, y tengo una barba blanca, no muy espesa, y trato de mantenerla ahí. Me gusta como se ve, oculta una cicatriz que tengo en la barbilla, que me hice hace muchos años, corriendo mi motocicleta. Estoy cubierto de arrugas, y a mis manos no les cabe un cayo más. A veces, me falla la razón, pero mis hijos me ayudan a encontrarla. Les he hablado de ti, y a ellos les he encomendado entregarte estas palabras.

Si supieras que, con todo y lo relativamente feliz que he sido durante mi existencia, nunca te he olvidado, y esta carta la escribo con un nudo en la garganta y lágrimas en los ojos.

No te puedo decir que he pensado en ti todos los días, pero lo hago frecuentemente. Suelo sentarme en esta silla, y pensar cómo hubiera sido todo si mi vida hubiera sido diferente, en cómo hubieran transcurrido mis días junto a tu compañía.

Te he extrañado demasiado, me dabas una fuerza que jamás pensé posible. Me llenabas de vida, de un deseo inexplicable de explorar y aventurar, de días distintos, de siembras nuevas. Alimentabas mis ideales, mis pasatiempos, y mi imaginación. Nos complementábamos inimaginablemente, eso es tan difícil de encontrar!

¿Cómo olvidar nuestros encuentros furtivos, y la manera en que solías convertir las horas en minutos? ¿Cómo olvidar todas esas tardes en que te recostabas en mi pecho, y simplemente hablábamos durante horas? ¿Cómo olvidar la delicia de hacerte el amor, dejándonos llevar por nuestros más básicos instintos, dejando atrás la teoría, guiados únicamente por nuestros sentidos?

Quiero decirte, tal y como dije que lo haría, que aún te quiero, y que todavía guardo un espacio para ti en mi corazón. Aunque te advierto que no se encuentra vacío, me he ocupado de llenarlo con fantasías de lo que pudo ser y no fue, con el recuerdo de tu voz, tus besos, tu sabor, tu olor, y tus gemidos. A veces pienso que, con los años, he llegado a amarte, o al menos, a amar lo que pienso que hubiésemos sido. Otras pienso que te amé desde que te vi por primera vez, tímida frente a mi mirada.

Luego de mi segundo divorcio te busqué, y te encontré. Y un día, hasta te espié, como hacen los locos obsesionados. Te vi de lejos, con tu familia, y te veías tan feliz, que no me atreví ni intentar robar un poco de la luz que tenían tus ojos. Como el buen perdedor, tomé mis pasos, y me despedí en silencio.

Cada vez que te dije que te amé en besos, lo hice, y todavía lo hago. A veces, cierro mis ojos y nos imagino cuarenta y cinco años más jóvenes, rodeados de besos y caricias.

Con esto cierro estas líneas. Estoy sólo cumpliendo mi promesa de no olvidarte nunca. Aprovecho para darte las gracias por toda esta vida de recuerdos, aunque no fuimos. Lo que tuvimos cambió mi vida.

Siempre te quiero. Y cuando cierro mis ojos, te amo.

Premios y Distinciones:

29/10/2012: Prosa Recomendada, MundoPoesia.com – seleccionado por la administración a propuesta de usuarios, moderadores y/o jurados.

28/10/2012: Prosa del MES, MundoPoesia.com – Seleccionada por la administración entre las propuestas remitidas por moderadores y/o usuarios.