Obvio, Desespero

Cuando estoy contigo
a veces no quiero
y cuando no estoy
sólo desespero.

Sentir tu caliente aliento
vivir tus suspiros
tu tacto, no miento
cuando te digo
que estando contigo
y cuando no estoy
se desborda un anhelo.

Cuando mis labios
rozan los tuyos
cuando tu lengua
y la mía son uno
cuando tus manos
blancas como alma
las tengo, cuando no
te extraño, sincero.

Sabes, te quiero
te amo y te idolatro
eres ese cuadro
que cuelgo de mi pecho
que me revive
cuando caigo muerto
nacen en mi lápiz
versos alfareros.

Abres las puertas
del cuarto y veo
menuda la ropa verde
me sientes y te siento
cuando los cuerpos
a un ritmo son uno
llegado el momento
te vas a tu vida
tu hálito se despide
extraño tu cuerpo
extraño tus besos
obvio, desespero.

Cosas De La Vida

Existen tantas definiciones de vida, como hay existencias, por ser característica común de los entes pensantes. Cada transcurso sobre la vida es distinto, aún en condiciones similares. Y cada uno está regido por un conjunto de reglas y filosofías, tan única como las huellas digitales.

De las veinte definiciones provistas por “La Real Academia Española”, mi favorita es: “relación o historia de las acciones notables ejecutadas por una persona durante su vida.”

O sea, la vida no es meramente el primer respiro, el último, y lo que hay entre medio. Es la forma en que perduras luego de expirar. Por ejemplo, podemos decir que Homero vivirá por siempre gracias a su Iliada, o Picasso mediante sus pinturas, eso considerando que viven a través de su arte, como dice la cultura popular. Viven, porque su obra nos permite escudriñar un trozo de su ente, de su yo consciente, aún después de su expiración.

Puedo complementar su definición de diccionario con mis ideas y filosofías. Por ejemplo, pienso que la vida tiene algo de animal. Es como una entidad que existe aparte del cuerpo y el alma. No es buena ni mala, solo transcurre, como una especie de tiempo consciente de si mismo y de su entorno, pero incapaz de tomar acción alguna. Está sólo ahí, como un espectador silente.

Dentro de sus cualidades cuasi-animales, se encuentra un cándido sentido del humor, el cual le permite burlarse cada vez que te tropiezas con ella. Y un comportamiento simbiótico, el cual permite que te agarres de ella cuando estás cayendo. Te protege de tu crueldad, al mismo tiempo que no te permite huir de ella. Tiene una personalidad dicotómica, sin intenciones, sólo instinto, que puede beneficiarte o perjudicarte.

Percibimos sólo una vida, sin principio ni fin. Es una alfombra de hielo sobre la cual patinamos con nuestros cuerpos cálidos. Es única, pero hay muchos sobre ella, y tus compañeros viajeros verán tus caídas, y tú las de ellos. Y si te burlaste, se van a burlar. Y si pateaste a alguien mientras estaba en el suelo, te van a patear. Muchos le dicen “el karma”. Yo le llamo “causa y efecto”.

No es una esencia cíclica, como muchos señalan, es sencillamente elástica. No vemos ni su principio ni final, porque está en constante expansión, nos antecede y nos precede. Su constante crecimiento es determinado por el tiempo de duración de los que nos mantenemos relacionados a ella. Es similar al espacio sideral, cuyo tamaño está determinado por el constante nacimiento y crecimiento de las galaxias.

Tal vez existen más vidas, con otros entes caminando sobre ellas, quien sabe. Pero en nuestra calidad de humanos sensoriales, se nos limita la conciencia a esta, la cual es invisiblemente palpable.

Dicho esto, creo que no es una acción conveniente el complicarse entendiendo que instinto o idiosincrasia rige a “la vida”, porque pasaremos nuestra existencia buscando unicornios. Sencillamente, debemos adoptar una filosofía la cual no afecte adversamente a los otros seres que caminamos sobre ella. Al contrario, debemos adquirir como un placer personal obligatorio la costumbre de darnos la mano, y si vemos al prójimo caer, ayudarlo a levantar, porque uno nunca sabe cuando nos toque a nosotros tropezarnos en esta pasarela chocarrera.

Amo Nuestros Años

Cuando te digo que te amo
lo hago con urgencia
porque mis labios quieren repetir
lo que siente mi alma.

No me dudes:
El temblor en mis manos
no es por miedo
sino por estos setenta años
aquí, a tu lado
que me han maltratado.

¡Pero sólo la edad!
Nunca tú, amor eterno
tu les has dado a mis días
una razón para persistir.

Te amo a ti,
amo cuando frunces el ceño
amo tu piel castigada por el sol
amo tu cabello maltrecho
por las cenizas.

Hemos visto el mundo,
pero el planeta es poco
para el universo
que he vivido contigo.

Amo tus manías
tus malos humores
tus días buenos
y también los peores.

Gracias por ser la dueña
de mis mejores años,
de mis mejores ojos
y los recuerdos de antaño.

¿Recuerdas nuestros encuentros furtivos
el sexo en la grama
la luna en la mañana
esos pequeños detalles
secretos, nuestros?

Ahora podemos hacer el amor
en una mirada, un suspiro
hasta en una taza de café
sin temor a que nos vean
en nuestra desnudez
ni en nuestros gemidos.

Mi amor ha sido implacable
a pesar de los hijos, los nietos
a pesar que nuestra cintura
ya no es como antes
pero es que al lado tuyo
me siento gigante
porque soy el dueño
de la victoria más grande
que puede tener
cualquier ente pensante
amante.

Amor, te tengo al lado mío:
¡Qué más puede desear
un loco en este delirio!
Qué más puedo querer
en lo poco que me queda
de mente y de días
si no es a ti.

Cien Años de Imposible

Allí estaba
aún amarrado al castaño
enjuto su rostro
y fuerte su vida.

Aunque deseaba morir
esas amarras lo sostenían
al recuerdo
a la vida.

Muchos pájaros
anidaron en sus manos,
muchas abejas
cultivaron su miel
en su cabello largo,
a veces enmarañado,
pero nadie logró
tocar su corazón.

Ese antiguo guerrero
luchó, batalló
mas nunca murió
mas nunca ganó.

Las cruces:
aquellas cicatrices
todavía eran visibles.

Sus uñas
sus dientes
su mirada
estaban carcomidos
por el tiempo.

Sus pies
eran el reflejo
de cuantos ríos,
trincheras y desiertos
cruzó en su vida.

Sus ojos,
eran diario
eran historia
a veces negra
a veces roja.

Así vivió
muriendo todos los días un poco —
agonizando —
atado al castaño de un imposible
acompañado de algunos pájaros
porque los guerreros
desdichados en el amor
aunque honrosos en los cuentos
viven condenados
a un centenario
de soledad.