Hoy nació Eduardo
sin nada de cabello,
con las piernas
un poco torcidas,
jincho y chimuelo.
Por ahí lo vi
persiguiendo unas chicas
en la universidad.
Calvo o con más pelo,
a veces gordo, a veces flaco,
más o menos cegato,
idealista, un poco vago,
desde siempre
viviendo su sueño,
de ser recordado
entre letras y lienzos.
Ayer se murió, era él,
lo veo en su mirada
aunque ahora estaba frío
y arrugado su ceño,
su sonrisa
era la misma
que retrataba
desde niño.
Ese fue Eduardo,
el de los retratos,
el que escribía versos
y dibujaba senos,
desde el ’75 molestando
y para siempre
en mi recuerdo.