Existe un duende coleccionista, que roba la emoción a los primeros encuentros y la electricidad a la paciencia. Es un ladrón sin decencia, y roba fácil, de un tiro, no lo subestimes pues es el Coleccionista de Suspiros.
Es un enano verde, burlón y sin suerte, por eso busca apropiarse de los momentos deliciosos de la gente. Es ese suspiro que damos cuando besamos, cuando nos levantamos, hasta cuando rabiamos.
Es de los coleccionistas más peligrosos, porque hoy es él, y mañana es ella. Y, aunque tiene color de una sandía, tiene las alas de una harpía, el encanto de las nubes rosadas, el poder de seducción de una sirena, y una lengua suave que, como el vino, embriaga.
Es hábil en el ataque. Te roba los pensares, las palabras, y las hace suyas. Te hace pensar que son mentes en espejo, cautivando tu intelecto. Luego te roba un suspiro y se vuelve esquivo. Cuando te das cuenta, tu pecho se aprieta, porque te ha robado la esencia.
Insaciable, el adicto de alientos regresa y te sigue robando, ahora los suspiros causados por el quebranto. Hasta que finalmente lo que queda es un cadáver tieso, que aunque respira y cavila, ya no suspira.
Y el cuerpo afectado queda agradecido de aquel despiadado, que disfruta aspirar almas, y devolverlas secas y sin ganas. Quedan los entes agradecidos porque les dio horas de vida, aunque sin darse cuenta, les robó y se fue a la huida.
Eso es lo fascinante de los personajes mitologicos, pueden ser y hacer los que les de la gana y nadie los juzga.
Ese duende puede ser un poco egoista, te quita los suspiros sin terminar de abrir la boca.
Tremendo escrito!!
Duende….se te quedaron algunos de mis suspiros por reciclar, pasa por mi aponsento para que te los termines de llevar.