Este, mi presente: puñado de caricias,
manos calientes, sin novelas ficticias
para que bailen sobre tu piel helada
tu cuerpo es un escenario de miel dorada.
Que hagan su despliegue afanoso
mi lengua surcando tu cuerpo fogoso
que hablen en lenguajes prohibidos
el que destila letras en los sentidos.
Es el roce de los cuerpos, la orden
tus suaves senos, tu cintura, vaivén
te abordo, tú, siempre hospitalaria
tu humedad, mi religión, misa diaria.
Entre gemidos nos visita la muerte
sobre satín húmedo ese pibe nos mece
caligrafía sobre un manto que delira
música intensa que apacigua la venida.
Sólo luz ahora es nuestro vestido
también marca la hora del despido
hasta luego, entre abrazos y besos
hasta exhalar de nuevo aire y deseo.