Escucho pasos, retazos del tiempo
metrónomo de mis pensamientos
rítmicas cavilaciones incesantes
escalofríos que recorren estantes.
Mis fonemas son dialecto del viento
componiendo sílabas en desacierto
inventándole sentido al minuto vivido
óleo muerto, cenizo, hierro sometido.
Muchos años para mí, como mil
son diminutos arroces de abril
puedo jurar que casi soy albañil
artífice de un curioso cajón azul senil.
Mi seso ralo, como yunque de yeso
marea que arremete con pegar recio
martilleo, o humilde cosquilleo
hálito de victimario, o voz de cotilleo.
Mercenario de ideas de arcilla
de cien sinsentidos las manecillas
palpitaciones de tiempo polvoriento
vidrio que mece y contiene el conteo.
Pero eso fue ayer, y antes de la miel
hoy, menos que un calendario de piel
soy el polvo del abandonado anaquel
soy páginas de un libro a medio leer.
Y yo, que no guardo fe en lo venidero
ni creo en cuentos de hechiceros
me encuentro volando alto y lelo
cavilando silente universos paralelos.
Igual, trazo mi camino con pasos
solo nací, y solo abandoné el regazo
aunque mi conciencia ya desespera
harto, adolorido, pero en pie de guerra.