Cuando nos hablan los muertos

El muerto nos habla, y lo ignoramos.

Los soñamos en una alta nube, o nos invaden sus daltónicos recuerdos. Pasean entre risas o quejidos, siempre rondando sombríos. El muerto divaga discreto, mientras alargamos su partida. Pero no lo escuchamos, tan sólo lo lloramos.

Pero léanme bien: Los yertos, aunque han culminado su trayecto, en su silencio aparente nos narran, entre estampas, fotos, sueños, y recuerdos, su historia, la vivida previa a su huida.

Nos narran sus cuentos, recitan sus canciones, y entonan sus versos. Y es en ese momento cuando los damos por vivos, porque los oímos. Pero están más que muertos, son una colección de huesos fríos. Y lo que conocemos como la voz del despedido, no es más que el viento recorriendo su recuerdo.

Nos hablan de sus errores, sus aciertos, de odios sin sentido y del cariño, ¿pero qué saben de eso los muertos?

Pues en su aparente ignorancia, nos han legado la experiencia de los años. Recordemos esos cantares, épicas, y romances legendarios, esos que tanto imitamos los que caminamos.

Cuando los muertos nos hablan, mediante su quedo testamento, esperan que los escuchemos, aprendamos, y vivamos. Y mejor si no los pensamos muertos, más bien, de carne livianos.

Antillana

tú mi antillana
dulce inspiración
Czarina Caribeña
incansable luchadora de la patria
mujer de machete en mano
monumento de la dignidad es tu mirada
idolatro tu sonrisa
vivo tu armonía
delicada como flor de Maga
aguerrida como naboría enfurecida
fogosa tentación lujuriosa

¡ERES MI AMBICIÓN!

tú mi antillana
tú mi antillana.

Colaboración especial de Joseph Ruiz Paris