Ayer vagaba etéreo sobre un valle
translúcido el suelo
soñando esperanzas inalcanzadas
armando las quimeras quebrantadas
de la gente, y las mías
las almas eran todas diferentes
pero eran en común
todas libres.
Hoy camino descalzo
sobre la piedra inédita
con las manos maltrechas
y la tierra entre las uñas.
Cuando miro alrededor
veo un gigante, y él nos mira
nos cela, ese dueño
alimentándose de nuestra piel
sediento de nuestra alabanza
de nuestra ignorancia.
Y veo miradas vacías –
perdidas –
me pregunto si prefería ayer
cuando me soñaba fantasma
cuando mi ánima vagaba
taína.
Pero hoy no importa ya,
porque es ayer,
y mañana llegaré
con manos sucias y pies descalzos
a defender esta trinchera
con los sueños de antes
para darle a mis hijos
un cielo abierto
tal vez etéreo
tal vez sólo en delirios
pero siempre libre.