El Viajero Del Tiempo

“I am the magic man
the one who flies through time
dipping my fingers in the sand
shaping the blast
without breaking the glass.”

Recuerdo cuando te conocí, tenías veintidós años. Eras joven y llena de vida, eterna en la alegría que iluminaba tus ojos, y la sensualidad que adornaba tu cuerpo. Recuerdo tus rizos cobrizo, tus manos blancas, y tu suave piel. Tus mejillas aún conservaban el rosa de tu niñez.

Atesoro tus rasguños en mi espalda, y el eco de tu voz en mi alma. Aún llevo tus besos prendidos de mis labios, y tu cuerpo en mi respiración. Cuando cierro los ojos, veo la belleza de tu desnudez, tu cintura delicada. Siento tus caricias en mi cabello, y tu gemir se adueña de mis sentidos. Fue tu amor el que despertó mi deseo de convertirme en tu crónica de aire.

Era mi voz la que deletreaba tu nombre en las cuerdas del viento; mi mano la que provocaba tus inexplicables escalofríos; mis besos, los que acariciaban tu rostro cuando llorabas; mi canto, el que te arrullaba cuando querías dormir.

“I watch you from nearby
surfing the whiskers of air
diving in your body of sin
hell and heaven well aware.”

Ayer te vi niña, envuelta en tu cabellera castaño. Tu piel blanca y el rosa en tus mejillas te hacían lucir como una figurita de porcelana. Con tu falda de cuadros y tu presencia angelical, despertaste en mí una ternura que hasta entonces era desconocida para mí.

Yo era quien que te observaba cuando salías del colegio con el cabello revolcado y los zapatos polvorientos. También, a quien veías de vez en cuando en el reflejo del espejo, y jurabas que era tu imaginación haciéndote bromas.

Antes te vi anciana, tu rostro y tus manos cubiertos de arrugas. Tu piel maltratada mostraba una vida dura, y las líneas de tus ojos revelaban tu experiencia, inteligencia y madurez. Tu cabello plateado daba un toque irreal a tu presencia, que era por sí sola, monumental.

Sí, yo era quien te ayudaba a cruzar la calle cuando la vista te comenzó a fallar. También, quien te mecía en aquel sillón que tanto te encantaba. Yo fui el que te devolvió el periódico cuando el dolor te la arrancó de las manos. A mí era a quien confundías con la brisa, cuando acariciaba tu rostro. Tu vejez despertó en mi respeto y admiración, y el deseo de permanecer mis últimos años a tu lado, aunque fuera en delirios.

“Now I wave my magic wand
to watch you, both young and old
forever enthralled with your soul
you eyes and your fiery tongue.”

No sabes cuánto me hace sonrojar tu sonrisa; no sabes cuánto me hacen sufrir tus lágrimas. Habito tus venas, y en aquella foto sepia que conservas aún en nuestra habitación. Hoy vivo enamorado de ti: de tu niñez, de tu vejez, y de esos besos, los cuales llevo inscritos en mi existencia.

Sólo tu existencia me aparta de extinguirme, y alimenta el deseo de latir contigo. Es por ti que soy un viajero del tiempo. Aunque mi cuerpo ya no sea, siempre te acompañaré. Viajo contigo y a través de tu historia, aunque no me veas. Soy, sólo por ti.

“I am your magic man:
swinging though your life with ease
playing with time
holding your light
teasing your stare, forever mine.”

Será

“Será” es el tema de mil razones
sinsabores y muchas canciones
de rezos, exorcismos y unciones
alimento de dioses, hombres y ratones
y qué de esta agonía de no volver a verte
será, desde mi vida, con aire de muerte.

“Será” para éste que escribe
tiene un nombre y un lugar
se refugia donde se ennudecen
el alma y el pecho
vive donde florecen las penas
y se acaban las venas.

Será que soy extraño
en mi tumba de hoy y de antaño
o en tu boca, que ya es ajena
y la mía, con una risa lisonjera
pidiendo besos aledaños.

Será que este perderte
que me vive y me estremece
que me envuelve y me adormece
te dio la luz verde
para el adiós, o como dices,
el vete.

Será que esta musa
que me invade y me chamusca
es el reflejo de tu ausencia
que me usa y hasta abusa
con su palabra, verbo inútil
pluma de esta prisión sutil.

Será que esta incertidumbre
tu partida, mi pesadumbre
interminable como el universo
lleva de nombre dos silabas
esas cuatro letras, las más trilladas:
“Será”.

Amo Nuestros Años

Cuando te digo que te amo
lo hago con urgencia
porque mis labios quieren repetir
lo que siente mi alma.

No me dudes:
El temblor en mis manos
no es por miedo
sino por estos setenta años
aquí, a tu lado
que me han maltratado.

¡Pero sólo la edad!
Nunca tú, amor eterno
tu les has dado a mis días
una razón para persistir.

Te amo a ti,
amo cuando frunces el ceño
amo tu piel castigada por el sol
amo tu cabello maltrecho
por las cenizas.

Hemos visto el mundo,
pero el planeta es poco
para el universo
que he vivido contigo.

Amo tus manías
tus malos humores
tus días buenos
y también los peores.

Gracias por ser la dueña
de mis mejores años,
de mis mejores ojos
y los recuerdos de antaño.

¿Recuerdas nuestros encuentros furtivos
el sexo en la grama
la luna en la mañana
esos pequeños detalles
secretos, nuestros?

Ahora podemos hacer el amor
en una mirada, un suspiro
hasta en una taza de café
sin temor a que nos vean
en nuestra desnudez
ni en nuestros gemidos.

Mi amor ha sido implacable
a pesar de los hijos, los nietos
a pesar que nuestra cintura
ya no es como antes
pero es que al lado tuyo
me siento gigante
porque soy el dueño
de la victoria más grande
que puede tener
cualquier ente pensante
amante.

Amor, te tengo al lado mío:
¡Qué más puede desear
un loco en este delirio!
Qué más puedo querer
en lo poco que me queda
de mente y de días
si no es a ti.

Cien Años de Imposible

Allí estaba
aún amarrado al castaño
enjuto su rostro
y fuerte su vida.

Aunque deseaba morir
esas amarras lo sostenían
al recuerdo
a la vida.

Muchos pájaros
anidaron en sus manos,
muchas abejas
cultivaron su miel
en su cabello largo,
a veces enmarañado,
pero nadie logró
tocar su corazón.

Ese antiguo guerrero
luchó, batalló
mas nunca murió
mas nunca ganó.

Las cruces:
aquellas cicatrices
todavía eran visibles.

Sus uñas
sus dientes
su mirada
estaban carcomidos
por el tiempo.

Sus pies
eran el reflejo
de cuantos ríos,
trincheras y desiertos
cruzó en su vida.

Sus ojos,
eran diario
eran historia
a veces negra
a veces roja.

Así vivió
muriendo todos los días un poco —
agonizando —
atado al castaño de un imposible
acompañado de algunos pájaros
porque los guerreros
desdichados en el amor
aunque honrosos en los cuentos
viven condenados
a un centenario
de soledad.

Trato

Muchas veces
trato de escucharte,
trato de leerte,
en tu silencio.

Tal vez
son ideas vanas,
tratar de saber
lo que ronda
tu juicio,
pero es necesario.

Necesito saber
si cuando saboreas
la suave brisa
en tus labios
sientes mis dedos
acariciando tu rostro.

O si cuando
oyes el eco
del tic toc del reloj
escuchas mi corazón
latiendo
entre tus brazos.

Hay veces
que cierro mis ojos
y pienso
que me imaginas
en tu cintura
en tus ojos
en tu lengua.

Mi paz lo implora,
porque cada paso que doy
lo hago acompañado
de la esperanza
de tu deseo.

El Fuego del Demonio

Ese ángel desconocido,
un demonio por conocer,
me atontaba
con su calor,
con su aparente amor.

Me quemaba,
por dentro.

Mi cabello
cubría mis sentidos
no me dejaba ver
ni la dulce vida
ni el amargo real.

Siempre confiado
la perseguía en sueños
en versos
por senderos dulces
hasta el fuego.

Me quemaba,
con sus deliciosas llamas.

Mi cuerpo
ya estaba calcinado
y mi alma
estaba acorralada
en una cárcel de cenizas.

Ya no llevaba
el cabello cubriendo
mis ojos –
sólo veía polvo
en el suelo,
humo y gris.

Todo estaba arruinado:
mi casa
mis amigos
hasta esas ciudades
que una vez visité.

Este demonio,
hasta ahora cubierto
en ropas satinadas
y alas doradas,
reía sin amores
ni vergüenzas
sobre una pila
de rescoldo y recuerdos.

Mi alma
derrumbó la prisión
que representaba
mi cuerpo ceniciento,
escapó libre.

Ya no me quemaba,
pero mi cuerpo ausente
dolía.

Mi cabello
era hollín,
ya no amordazaba
mis ojos.
Ahora discernía
el amargo
de lo dulce.

Mi espíritu
se encontraba humillado
sentado, por ahí.
A veces
de rodillas
en una nube,
o quien sabe dónde.

Al menos,
ya no sufro
por amar
a un demonio
que por un beso
me vendía fuego.

Ahora no estoy,
y sólo siento
frío.

Amor Cotidiano

Cuando se convierten en cotidianos
las caricias y los besos
la piel y los respiros
el aliento
y el cuerpo desnudo.

Igual me da.

Ahí sueño, y me entretengo
dormido, o quien sabe dónde
jugando con te quieros
refugiado en senos ajenos
en cuerpos trigueños o rosados
disfrutando roces húmedos
gemidos y quejidos
siempre nuevos
cuentos distintos.

Igual me da.

Pero como fiel adicto
regreso a la realidad
a mi periodicidad
al aliento común
a los días iguales
a las mismas sábanas
a los mismos labios
obvios para mí
añorados por el ajeno
quien vive su propia repetición.

Igual me da
pero sin esta rutina
que mal me va.

Que mal nos va, amor
porque también vives
la misma cotidianidad.

No Me Preguntes

Escucho el crujir del cielo, y lo veo desmoronarse en un destello, mientras conduzco mi automóvil a través de una avenida sin final. ¿A dónde nos lleva, llena de piedras y sinsabores, de vidas y decepciones, rodeada por árboles, miradas extraviadas y las vías del tren?

No me preguntes, porque llevo conduciendo por mucho rato y estoy cansado. Estoy añorando tus labios calientes, para olvidar las vueltas de la rueda, la cual gira y gira sin consideración de nadie — ni del tiempo, ni mía. Espero pacientemente por la caricia de tus manos, que se deslice sobre mi pecho y mi cabello, que tus uñas rasguen mi espalda. Siénteme llegar a tu alcoba, sin preguntar nada, y vamos a enredarnos entre tus sábanas de seda y piel.

¿Por qué me preguntas si mis labios tienen amor para ti? Si cuando acaricias mis manos callosas, puedes sentir la vida de un chofer cansado de conducir sobre arena, tierra y piedras, pero dispuesto a recorrer el camino de su vida contigo.

Despertar

Otra vez me encuentro aquí, dibujándote con mis palabras en este cuaderno. De nuevo, soñando despierto, entretejiéndote en la maraña de mis deseos.

Ya no encuentro palabras nuevas en mi pecho, porque esta espera me ha secado, me ha dejado estéril, como un desierto en verano. Mis manos tiemblan mucho al escribir, mis ojos se encuentran ciegos con desesperanza. Mi cuaderno tiene sus páginas amarillas por el tiempo y la humedad.

Tu ausencia es la agonía del que está muriendo, pero no muere. Tu amor son celos y confusión. Mi vida es un sinsentido, llena de pasiones vacías y de promesas escritas sobre la arena en la playa.

Lo que me hace respirar es mi deseo de soñar, aunque sólo sueño despierto, porque ya no puedo dormir.

Hace algunos días, me soñé joven y lleno de vida. Nos encontrábamos en un espacio inmutable; no existía el espació, y el tiempo no transcurría. Sólo existía ese momento, y era nuestro: tú, con esa sonrisa que jamás se marchitará, y yo, suspirando por ella.

Nunca vi tu rostro, pero sé que eras tú. Así es que, sin dudarlo me acerqué, y te besé. No conforme con besar tu beso, también lo atrapé entre mis dientes, fuertemente. Y tú reíste.

Mientras observaba tu sonrisa maliciosa, pude notar como una gota de sangre humedecía tus labios, resecos por el frío y falta de humedad de aquel instante. Acerqué mi mano, y quité el exceso de rojo que tintaba tus labios, y bebí el delicado néctar de mis dedos. Sentí tu vida en mi boca.

Te mirabas en mis labios, que también estaban tintos con el vino de tus labios.

Me acerqué a ti, deslizando una de mis manos entre tu cuello y el lugar donde comienza tu cabello. Con mi otra mano acaricié tu mejilla, y bebí de tus labios. Cerraste tus ojos en un suspirar, mientras me alimentaba de tu vida, y tu alma se apoderaba de la mía. Podía escuchar tu corazón latir. Tu cuerpo se apoyaba contra el mío, y nos movíamos bien despacio, a un ritmo invisible, pero palpable.

Pero, cuando mis ojos se abren, me encuentro en este sillón apolillado, dibujando fantasías en mi cuaderno amarillo, roído por el tiempo. Por eso, he decidido no soñar más: la agonía se ha vuelo intolerable. Me he vuelto vampiro del deseo – me alimento de sueños y fantasías. Ya no quiero aborrecer mi tiempo en vigilia, la pesadilla a la que me enfrento cuando te vas. He decidido dejarte libre, porque haciéndolo quedo libre también. Estoy atrapado en mi deseo de poseerte, mas me he dado cuenta que es un imposible. Mi deseo es sólo otro sueño.

Adiós mi vida, mi sueño, mi esperanza. Adiós mis pétalos color rosa, mi mirada de fuego, mi cabellos de viento, mis labios de seda, mis manos de nieve. Adiós, mi único y verdadero amor. Voy a despertar.

Líneas Lejanas

La razón para escribirte estas líneas
todavía no la conozco
al igual que no comprendo
a quien se apodera de mi pecho
cuando tus besos los pienso
cuando tus manos las beso
sólo en sueños
porque no te tengo
ni mis ojos se han alumbrado
con la belleza de tu vida
de tu cielo
de tu sol

sólo has llegado entre líneas
descrita en tinta sobre papel
vestida con versos y sinsentido
rodeada de vientos dulces
aunque no los saboreo
aunque no acarician mi piel
sólo avivan mi imaginación
y los deseos de verte

te pienso cerca
aunque sólo tengo tu fotografía en mi cartera
aunque mi alma te escribe y describe
y mis dedos te suspiran y perspiran
llenos de amor y pasión
llenos de caricias para tu cuerpo
y sedientos de un beso tuyo
cómo lo imagino

ahora reconozco el significado de mis líneas
esas que se escriben solas sobre el papel
poesía te has vuelto en mi pecho
y los latidos de mi corazón
poesía sin rima ni métrica
pero, es que el amor mismo no entiende de razones
ni lógica
ni distancia
ni ausencia.