Soñando Recuerdos

Anoche sentí tus labios, temblorosos y fríos, acariciando los míos. Mi habitación estaba impregnada con el olor de tu piel. Sentía la textura de tus rizos acaramelados entre mis dedos.

Te recordaba aquella tarde, caminando por la orilla de la playa, cuando nadabas en la brisa y te mojabas en el rocío del mar; cuando tu alma se envolvía en la espuma y en la arena, y mi desesperación alcanzaba el cielo, como la sal cuando rompen las olas.

Junto al atardecer, estaban tus ojos, y de ellos estaba prendida mi alma, ocultándose en la mirada de tu encanto.

Nos recordaba jugando al esconder. Durante años huiste de mí, y yo, de ti. Pero un día, volamos alto: nuestras almas bailaron en la luna del infinito.

La noche era fría, aunque más fría fue tu despedida inexorable. Me dejaste cautivo en este cuerpo. Ahora, mi alma es presa del viento, y mis labios, adictos a tu besar.

Me recuerdo abrazándote a la orilla del mar, escuchando las sirenas cantando sus himnos a nuestro son, mientras sentía tu respiración caliente en mi cuello. Nuestros corazones latían rítmicamente, suspirando al unísono.

Recordaba el día cuando nos prometimos la eternidad, y la tarde en que llegamos al final del para siempre.

Tu cuerpo de nieve, de fuego, etéreo, me quemaba anoche. El alba y unas lloviznas que encontraron su camino entre las ventanas te hicieron huir de mi habitación. Fueron el frío que tenía en las manos, el sudor que bañaba mi pecho, y el vacío que llevaba mi alma, quienes me aseguraron que no eras tú, que sólo soñaba con un recuerdo de lo que pudo haber sido, pero no fue.

Antes del Final

Con tu beso, culmina mi fantasía. Tu lengua de fuego saborea mi paladar, mientras mis manos recorren la blancura de tu cuerpo satinado. Las tuyas recorren mi cabello, se enredan en mis pensamientos, que son, ahora, todo tú. Siempre te deseé tanto, escribiéndote sobre papel — sólo eras una fantasía etérea.

Ahora te siento. Puedo besar tus labios, tu cabello, y el sudor de tus manos y tu espalda. Mi desesperación ya no tiene motivo, porque eres mía. Tu alma me pertenece; mis dedos son extensiones de tu vivir.

Valió la pena la espera — estos años de tortura, estos meses en los que te miraba, en los que tu mirada a veces me esquivaba.

¿Recuerdas aquel tiempo, cuando nuestras manos se tocaban y huían, por miedo a lo desconocido? Se acabaron los días donde un beso tuyo era sólo una ilusión esperanzada.

Es tu cuerpo de primavera el que me ha hecho escribir, ha vuelto mis pensamientos poesía, y ha transformado mis pecados en dulce, como la miel que saboreo en tu boca.

Tus besos son, ahora, la institución sobre la que se funda mi existencia. Tu aliento me embriaga, tus uñas rompen mi piel, y nuestros gemidos — el dulce dolor de saber que eres tú — son la luz que da vida a las estrellas que iluminas, y que los ilusos contemplan desde aquí, y confunden con la mirada de Dios.

Años escribiéndote, y quien iba a pensar que ibas a ser algo más que literatura, o que mi imaginación jugando al esconder. ¡También delirabas por mi beso!

Y ahora, aquí estamos, fundidas nuestras bocas en el penúltimo capítulo de mi historia, en un instante eterno de mi vida. Este es el capítulo más esperado, el momento en que se funde la poesía con el beso. Eres mi dulce realidad, mi verso de piel.

Amándote En Silencio

Los ángeles de Dios volaban rápidamente, errantes y suicidas, estrellándose contra el vidrio que los contiene – sesenta caen cada minuto, y yacen ahí, en el suelo, mirándose unos a otros, tomando la forma de una pila de sal.

“¡Silencio!” – gritaba el gran Director de la obra, y en silencio yo observaba la caída de las hojas del nogal, el florecer y marchitar de las margaritas. En silencio experimentaba como tu belleza acariciaba mis labios y se escapaba entre mis dedos.

Después de tanto callar y desear, mis palabras salían mudamente enloquecidas de mi garganta. Se convertían en suspiros débiles, pasiones ahogadas y tristes amaneceres, uno tras otro, hasta que llegó un valiente y se convirtió en lápiz, y otro, en papel, mientras tú continuabas siendo el néctar de una inspiración irrealizable: musa de pensares y lenguas vagantes en un mar de deseos.

Amándote desde un cuaderno lleno de cuentos, dónde la única realidad es que soy un Quijote sin aventura, ni gloria, ni historia. En silencio bebo, sorbo tras sorbo, de una copa de polvo, embriagándome con sal y soledad, deseándote, y contando los minutos que caen dentro del vidrio, los ángeles, las letras, y los pétalos de margarita.

¿Por qué no estás?

Yo pasé la vida tejiendo esperanzas con las hebras de tu cabello, viviendo el mañana en un sueño, y el hoy en una copa de vino. ¿Dónde estás, que te busco y no te encuentro? Te busco entre las miradas del día a día, entre mis sábanas y en las hojas de este cuaderno, mas eres elusiva, como la pluma de un ruiseñor – vuelas en las corrientes del aire, y no te logro alcanzar. Sólo quiero que broncees mi piel nocturna con tu sol de besos y caricias, y que ilumines mi vida con tu piel.

Tu lugar lo ha tomado mi desesperanza y la soledad, quienes juegan a burlarse de mí cuando salgo a la calle vestido de lágrimas y anhelos vacíos. ¡Porque no me escuchas, si mi voz se vuelve loca chocando contra las paredes de mi mente! Debe ser porque se ahoga en el abismo de mi garganta.

Por qué no estás, si mis manos sólo quieren acariciar tus imperfecciones invisibles, y mis labios sólo quieren confesar su sed por los tuyos. Sólo espero que seas la espuma de mi mar en calma, las olas que nacen en mi pecho y colapsan en mis labios.

A veces, nunca, pero siempre

A veces te siento
pero nunca te tengo
te escucho llegar
con pasos serenos
caminas en mí
pero no te detienes
no miras mis ojos
que a ti te persiguen
cuando corres o caminas
cuando lloras o criticas
o cuando sencillamente
te detienes y platicas

me siento ridículo
queriéndote como lo hago
suspirando y caminando
como la pluma en el viento
escuchando canciones
de esas patéticas
de amores perversos
ilusos y poco sinceros

pero la pregunta que impera
y que mi corazón revienta
sino al viento
a quién perteneces
porque aquí te apareces
sólo en canciones y poseía
en líneas mal escritas
sin orden ni presencia
y es que tu ausencia
aviva mi desespero

a veces no quiero
a veces no te siento
aunque nunca escucho
tus pasos en el viento
siempre te pienso
te escribo y te deseo.