Trato

Muchas veces
trato de escucharte,
trato de leerte,
en tu silencio.

Tal vez
son ideas vanas,
tratar de saber
lo que ronda
tu juicio,
pero es necesario.

Necesito saber
si cuando saboreas
la suave brisa
en tus labios
sientes mis dedos
acariciando tu rostro.

O si cuando
oyes el eco
del tic toc del reloj
escuchas mi corazón
latiendo
entre tus brazos.

Hay veces
que cierro mis ojos
y pienso
que me imaginas
en tu cintura
en tus ojos
en tu lengua.

Mi paz lo implora,
porque cada paso que doy
lo hago acompañado
de la esperanza
de tu deseo.

El Fuego del Demonio

Ese ángel desconocido,
un demonio por conocer,
me atontaba
con su calor,
con su aparente amor.

Me quemaba,
por dentro.

Mi cabello
cubría mis sentidos
no me dejaba ver
ni la dulce vida
ni el amargo real.

Siempre confiado
la perseguía en sueños
en versos
por senderos dulces
hasta el fuego.

Me quemaba,
con sus deliciosas llamas.

Mi cuerpo
ya estaba calcinado
y mi alma
estaba acorralada
en una cárcel de cenizas.

Ya no llevaba
el cabello cubriendo
mis ojos –
sólo veía polvo
en el suelo,
humo y gris.

Todo estaba arruinado:
mi casa
mis amigos
hasta esas ciudades
que una vez visité.

Este demonio,
hasta ahora cubierto
en ropas satinadas
y alas doradas,
reía sin amores
ni vergüenzas
sobre una pila
de rescoldo y recuerdos.

Mi alma
derrumbó la prisión
que representaba
mi cuerpo ceniciento,
escapó libre.

Ya no me quemaba,
pero mi cuerpo ausente
dolía.

Mi cabello
era hollín,
ya no amordazaba
mis ojos.
Ahora discernía
el amargo
de lo dulce.

Mi espíritu
se encontraba humillado
sentado, por ahí.
A veces
de rodillas
en una nube,
o quien sabe dónde.

Al menos,
ya no sufro
por amar
a un demonio
que por un beso
me vendía fuego.

Ahora no estoy,
y sólo siento
frío.

Amor Cotidiano

Cuando se convierten en cotidianos
las caricias y los besos
la piel y los respiros
el aliento
y el cuerpo desnudo.

Igual me da.

Ahí sueño, y me entretengo
dormido, o quien sabe dónde
jugando con te quieros
refugiado en senos ajenos
en cuerpos trigueños o rosados
disfrutando roces húmedos
gemidos y quejidos
siempre nuevos
cuentos distintos.

Igual me da.

Pero como fiel adicto
regreso a la realidad
a mi periodicidad
al aliento común
a los días iguales
a las mismas sábanas
a los mismos labios
obvios para mí
añorados por el ajeno
quien vive su propia repetición.

Igual me da
pero sin esta rutina
que mal me va.

Que mal nos va, amor
porque también vives
la misma cotidianidad.

No Me Preguntes

Escucho el crujir del cielo, y lo veo desmoronarse en un destello, mientras conduzco mi automóvil a través de una avenida sin final. ¿A dónde nos lleva, llena de piedras y sinsabores, de vidas y decepciones, rodeada por árboles, miradas extraviadas y las vías del tren?

No me preguntes, porque llevo conduciendo por mucho rato y estoy cansado. Estoy añorando tus labios calientes, para olvidar las vueltas de la rueda, la cual gira y gira sin consideración de nadie — ni del tiempo, ni mía. Espero pacientemente por la caricia de tus manos, que se deslice sobre mi pecho y mi cabello, que tus uñas rasguen mi espalda. Siénteme llegar a tu alcoba, sin preguntar nada, y vamos a enredarnos entre tus sábanas de seda y piel.

¿Por qué me preguntas si mis labios tienen amor para ti? Si cuando acaricias mis manos callosas, puedes sentir la vida de un chofer cansado de conducir sobre arena, tierra y piedras, pero dispuesto a recorrer el camino de su vida contigo.

Despertar

Otra vez me encuentro aquí, dibujándote con mis palabras en este cuaderno. De nuevo, soñando despierto, entretejiéndote en la maraña de mis deseos.

Ya no encuentro palabras nuevas en mi pecho, porque esta espera me ha secado, me ha dejado estéril, como un desierto en verano. Mis manos tiemblan mucho al escribir, mis ojos se encuentran ciegos con desesperanza. Mi cuaderno tiene sus páginas amarillas por el tiempo y la humedad.

Tu ausencia es la agonía del que está muriendo, pero no muere. Tu amor son celos y confusión. Mi vida es un sinsentido, llena de pasiones vacías y de promesas escritas sobre la arena en la playa.

Lo que me hace respirar es mi deseo de soñar, aunque sólo sueño despierto, porque ya no puedo dormir.

Hace algunos días, me soñé joven y lleno de vida. Nos encontrábamos en un espacio inmutable; no existía el espació, y el tiempo no transcurría. Sólo existía ese momento, y era nuestro: tú, con esa sonrisa que jamás se marchitará, y yo, suspirando por ella.

Nunca vi tu rostro, pero sé que eras tú. Así es que, sin dudarlo me acerqué, y te besé. No conforme con besar tu beso, también lo atrapé entre mis dientes, fuertemente. Y tú reíste.

Mientras observaba tu sonrisa maliciosa, pude notar como una gota de sangre humedecía tus labios, resecos por el frío y falta de humedad de aquel instante. Acerqué mi mano, y quité el exceso de rojo que tintaba tus labios, y bebí el delicado néctar de mis dedos. Sentí tu vida en mi boca.

Te mirabas en mis labios, que también estaban tintos con el vino de tus labios.

Me acerqué a ti, deslizando una de mis manos entre tu cuello y el lugar donde comienza tu cabello. Con mi otra mano acaricié tu mejilla, y bebí de tus labios. Cerraste tus ojos en un suspirar, mientras me alimentaba de tu vida, y tu alma se apoderaba de la mía. Podía escuchar tu corazón latir. Tu cuerpo se apoyaba contra el mío, y nos movíamos bien despacio, a un ritmo invisible, pero palpable.

Pero, cuando mis ojos se abren, me encuentro en este sillón apolillado, dibujando fantasías en mi cuaderno amarillo, roído por el tiempo. Por eso, he decidido no soñar más: la agonía se ha vuelo intolerable. Me he vuelto vampiro del deseo – me alimento de sueños y fantasías. Ya no quiero aborrecer mi tiempo en vigilia, la pesadilla a la que me enfrento cuando te vas. He decidido dejarte libre, porque haciéndolo quedo libre también. Estoy atrapado en mi deseo de poseerte, mas me he dado cuenta que es un imposible. Mi deseo es sólo otro sueño.

Adiós mi vida, mi sueño, mi esperanza. Adiós mis pétalos color rosa, mi mirada de fuego, mi cabellos de viento, mis labios de seda, mis manos de nieve. Adiós, mi único y verdadero amor. Voy a despertar.

Líneas Lejanas

La razón para escribirte estas líneas
todavía no la conozco
al igual que no comprendo
a quien se apodera de mi pecho
cuando tus besos los pienso
cuando tus manos las beso
sólo en sueños
porque no te tengo
ni mis ojos se han alumbrado
con la belleza de tu vida
de tu cielo
de tu sol

sólo has llegado entre líneas
descrita en tinta sobre papel
vestida con versos y sinsentido
rodeada de vientos dulces
aunque no los saboreo
aunque no acarician mi piel
sólo avivan mi imaginación
y los deseos de verte

te pienso cerca
aunque sólo tengo tu fotografía en mi cartera
aunque mi alma te escribe y describe
y mis dedos te suspiran y perspiran
llenos de amor y pasión
llenos de caricias para tu cuerpo
y sedientos de un beso tuyo
cómo lo imagino

ahora reconozco el significado de mis líneas
esas que se escriben solas sobre el papel
poesía te has vuelto en mi pecho
y los latidos de mi corazón
poesía sin rima ni métrica
pero, es que el amor mismo no entiende de razones
ni lógica
ni distancia
ni ausencia.

Soñando Recuerdos

Anoche sentí tus labios, temblorosos y fríos, acariciando los míos. Mi habitación estaba impregnada con el olor de tu piel. Sentía la textura de tus rizos acaramelados entre mis dedos.

Te recordaba aquella tarde, caminando por la orilla de la playa, cuando nadabas en la brisa y te mojabas en el rocío del mar; cuando tu alma se envolvía en la espuma y en la arena, y mi desesperación alcanzaba el cielo, como la sal cuando rompen las olas.

Junto al atardecer, estaban tus ojos, y de ellos estaba prendida mi alma, ocultándose en la mirada de tu encanto.

Nos recordaba jugando al esconder. Durante años huiste de mí, y yo, de ti. Pero un día, volamos alto: nuestras almas bailaron en la luna del infinito.

La noche era fría, aunque más fría fue tu despedida inexorable. Me dejaste cautivo en este cuerpo. Ahora, mi alma es presa del viento, y mis labios, adictos a tu besar.

Me recuerdo abrazándote a la orilla del mar, escuchando las sirenas cantando sus himnos a nuestro son, mientras sentía tu respiración caliente en mi cuello. Nuestros corazones latían rítmicamente, suspirando al unísono.

Recordaba el día cuando nos prometimos la eternidad, y la tarde en que llegamos al final del para siempre.

Tu cuerpo de nieve, de fuego, etéreo, me quemaba anoche. El alba y unas lloviznas que encontraron su camino entre las ventanas te hicieron huir de mi habitación. Fueron el frío que tenía en las manos, el sudor que bañaba mi pecho, y el vacío que llevaba mi alma, quienes me aseguraron que no eras tú, que sólo soñaba con un recuerdo de lo que pudo haber sido, pero no fue.

Antes del Final

Con tu beso, culmina mi fantasía. Tu lengua de fuego saborea mi paladar, mientras mis manos recorren la blancura de tu cuerpo satinado. Las tuyas recorren mi cabello, se enredan en mis pensamientos, que son, ahora, todo tú. Siempre te deseé tanto, escribiéndote sobre papel — sólo eras una fantasía etérea.

Ahora te siento. Puedo besar tus labios, tu cabello, y el sudor de tus manos y tu espalda. Mi desesperación ya no tiene motivo, porque eres mía. Tu alma me pertenece; mis dedos son extensiones de tu vivir.

Valió la pena la espera — estos años de tortura, estos meses en los que te miraba, en los que tu mirada a veces me esquivaba.

¿Recuerdas aquel tiempo, cuando nuestras manos se tocaban y huían, por miedo a lo desconocido? Se acabaron los días donde un beso tuyo era sólo una ilusión esperanzada.

Es tu cuerpo de primavera el que me ha hecho escribir, ha vuelto mis pensamientos poesía, y ha transformado mis pecados en dulce, como la miel que saboreo en tu boca.

Tus besos son, ahora, la institución sobre la que se funda mi existencia. Tu aliento me embriaga, tus uñas rompen mi piel, y nuestros gemidos — el dulce dolor de saber que eres tú — son la luz que da vida a las estrellas que iluminas, y que los ilusos contemplan desde aquí, y confunden con la mirada de Dios.

Años escribiéndote, y quien iba a pensar que ibas a ser algo más que literatura, o que mi imaginación jugando al esconder. ¡También delirabas por mi beso!

Y ahora, aquí estamos, fundidas nuestras bocas en el penúltimo capítulo de mi historia, en un instante eterno de mi vida. Este es el capítulo más esperado, el momento en que se funde la poesía con el beso. Eres mi dulce realidad, mi verso de piel.

Amándote En Silencio

Los ángeles de Dios volaban rápidamente, errantes y suicidas, estrellándose contra el vidrio que los contiene – sesenta caen cada minuto, y yacen ahí, en el suelo, mirándose unos a otros, tomando la forma de una pila de sal.

“¡Silencio!” – gritaba el gran Director de la obra, y en silencio yo observaba la caída de las hojas del nogal, el florecer y marchitar de las margaritas. En silencio experimentaba como tu belleza acariciaba mis labios y se escapaba entre mis dedos.

Después de tanto callar y desear, mis palabras salían mudamente enloquecidas de mi garganta. Se convertían en suspiros débiles, pasiones ahogadas y tristes amaneceres, uno tras otro, hasta que llegó un valiente y se convirtió en lápiz, y otro, en papel, mientras tú continuabas siendo el néctar de una inspiración irrealizable: musa de pensares y lenguas vagantes en un mar de deseos.

Amándote desde un cuaderno lleno de cuentos, dónde la única realidad es que soy un Quijote sin aventura, ni gloria, ni historia. En silencio bebo, sorbo tras sorbo, de una copa de polvo, embriagándome con sal y soledad, deseándote, y contando los minutos que caen dentro del vidrio, los ángeles, las letras, y los pétalos de margarita.

¿Por qué no estás?

Yo pasé la vida tejiendo esperanzas con las hebras de tu cabello, viviendo el mañana en un sueño, y el hoy en una copa de vino. ¿Dónde estás, que te busco y no te encuentro? Te busco entre las miradas del día a día, entre mis sábanas y en las hojas de este cuaderno, mas eres elusiva, como la pluma de un ruiseñor – vuelas en las corrientes del aire, y no te logro alcanzar. Sólo quiero que broncees mi piel nocturna con tu sol de besos y caricias, y que ilumines mi vida con tu piel.

Tu lugar lo ha tomado mi desesperanza y la soledad, quienes juegan a burlarse de mí cuando salgo a la calle vestido de lágrimas y anhelos vacíos. ¡Porque no me escuchas, si mi voz se vuelve loca chocando contra las paredes de mi mente! Debe ser porque se ahoga en el abismo de mi garganta.

Por qué no estás, si mis manos sólo quieren acariciar tus imperfecciones invisibles, y mis labios sólo quieren confesar su sed por los tuyos. Sólo espero que seas la espuma de mi mar en calma, las olas que nacen en mi pecho y colapsan en mis labios.