Mi corazón está ahí, anda por ahí.
Está escondido tras de un verso
mirando quedo, mirando eso
engavetado, corto de cariño
muerto de hambre, como esos niños
muerto de sed, seco sin sangre
azul, zombi, solo y sin aire
no lo mueve ni la prisa ni la risa
ni el autobús cuando se va de partida
ni las carnes, ni los muslos, ni las venidas.
Mi corazón está ahí – eso dicen – que por ahí,
escondido en un cajón
esperando que concluya esta canción
que le mienta el nombre, pero no lo toca
tirado ahí, como una roca
como esas que habitan en cuentos
donde la ilusión y lo real se trastocan
como el sapo que se queda sin lamentos
en el charco húmedo del desaire
bebiendo tinto cordobés o cerveza
soñando borracho y bolivariano.
Quién sabe dónde andará ese corazón, nadie sabe.
Sólo sabe la dueña, que no es quien lo lleva
lo llevo yo, caminando a duras penas
medio muerto, medio zombi, medio nena
cabizbajo, mirando lejos, medio dolido
medio vivo, gateando, con un respiro
con el último latido que le dejó tu despido.
Lo último que se sabe de este corazón
es que espera que le devuelvas la razón
que lo saques de su caja, y le devuelvas los latidos
que lo recojas del suelo cenizo
que seas bruja, y le plantes un hechizo
que no le temas, y lo hagas vivo.
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