Esta mañana repasaba, entre silencios
tus cartas, tus celos y tus flores
con un fusil cargado en mis manos
deseándote (la muerte) en vano.
Entre humo y sueños te recordaba
siendo las hebras de tu tacto
péndulos que se mecen de tus ojos
café, periódico, y premonición.
Nombrabas cada latido en el acto
con un susurro, o un frágil gemido.
tus senos menudos guardaban mi mundo
me vestía de lujo tu cabello cenizo .
Pero ya no, sólo quiero nacer de nuevo
aunque sea bajo la rama de un árbol
llegando al azul, rompiendo huesos
libre de alma humana y quebranto.
Porque ya no te quiero en mi cuerpo
ni quiero tu sangre, ni tus peces
ni quiero la luna, ni al tiempo
sólo ser liviano hálito del viento.
Ya no quiero tus veinte espejos
ni a mis estrofas, ni a tu arena
ni a tu hilo, sólo quiero vacío mi tinto
finalmente, terminar con este hastío.