Ayer murió un amigo
hoy, mi esposa y mi madre
mañana serán mis hijos
y pasado el después, los siglos.
Continúo, cargo mi casa a cuestas
desfilo, pero la duda acecha esta gesta
desnudo, sucio y malherido
con el alma partida, a veces me despido.
Pero soy un caminante impasivo
lanzo ladrillos, y sobre ellos camino
porque mis pies prohíben el desplomo
y mi corazón sangra, pero no está vacío.
Cuando llegue mi día gris
cuando las hojas se tornen marrón
cuando la miel se amargue
y mis huesos ardan como el carbón
si a mi caminar le queda pellejo
aunque los pasos sean maltrechos
caminaré.
Aún, luego de mi muerte,
cuando se acaben las páginas
cuando los ojos y los oídos y las bocas cesen
cuando los peces parezca que perecen
cuando mi nombre sea un espejismo del vago recuerdo
resurgiré, intacto en la voz del viento,
y continuaré.