Tuiteos, Página Nueve

5 de agosto de 2011

1
La noche parece perfecta
para jugar con mi lengua,
tus jadeos
y saciar nuestros deseos…

2
…gozarme tu mirada pícara
de “yo quiero”,
y alcanzar tu cuello…
decirle a tu voz
cómo tiene que temblar mas tarde,
planeando los gemidos.

3
…escribir versos en tus muslos
con mis dedos,
mientras te narro mis besos,
mientras mi lengua se vuelve
un nudo con la tuya…

4
…y nos mordemos suave los labios,
con miradas fugaces,
y manos jugando a las caricias furtivas…

5
…mis manos se deslizan
sobre tu ropa interior,
la cual ya se encuentra húmeda
con tu llanto interior.
Y suspiras,
yo suspiro con tu placer…

6
La verdad es que no puedo hoy
con esta delicadeza, mi amor…

7
…lo que quiero es arrancarte la ropa,
morderte suave del cuello a los tobillos,
que me sientas bien adentro,
que tu aire se vuelva gemidos…

8
…y que entre quejidos y respiros cortos
te lleve la muerte pequeña,
que vayas y vengas,
hasta que tus ojos no sepan a donde mirar…

9
…que entre tirones de pelo
y rasguños en la espalda,
sepan todos
que soy tu mas profundo placer,
y que eres el mío…

10
…y que terminemos juntos el baile gozoso,
temblorosos, sedientos, revueltos,
sin respiración ni palabras.
Sólo cortas caricias y miradas…

Tuiteos, Página Siete

miércoles, 6 de julio de 2011…

[10:23:13 PM]
Me gustaría sentir tu legua
caliente y suave saboreando mi sexo.
Que te deleites con mi elixir de vida
mientras enredo mis dedos en tu cabello.

[10:26:50 PM]
Que te acerques, y coloques mi acero
dentro de tu fuego húmedo,
y me bailes al ritmo de mis suspiros,
mientras mis manos recorren tu silueta.

[10:28:50 PM]
Y te miro desde aquí abajo,
mientras realizas tu danza gigante, gimiente
sobre mi cuerpo tenso y sudoroso.

[10:35:06 PM]
Quiero que me ames, aunque sea
mientras saciamos nuestros cuerpos.
Ámame, al menos mientras dure tu deseo,
préstame tu alma aunque sea un momento.

[10:47:07 PM]
Quiero que dejes caer
tu perspiración sobre mi pecho,
y llegar tan dentro de ti,
que tu espíritu acaricie mi sexo
y explote en gemidos y deseo.

[10:52:04 PM]
Quiero llegar tan profundo, tan adentro,
que mis latidos se vuelvan tus latidos
y juntos morir durante unos instantes
acompañados de quejidos y risas sin sentido.

Tuiteos, Página Seis

domingo, 9 de enero de 2011, 8:30pm…

1
Si supieras que me muero
por ser cautivo en tu deseo,
por ser preso entre tus piernas,
y saborear tu humedad interna.

2
…ser el dueño de tus besos,
y de esos quejidos que llevas dentro, 
vivir de tus caricias,
y alimentar tus fantasías…

3
…y llegar juntos al cálido frío, 
viniendo juntos, llegando unidos, 
disfrutando llantos y riendo heridos.

Tuiteos, Página Cinco

domingo, 5 de enero de 2011…

1
Anoche te soñe envuelta
en sábanas de satín,
traviesa, juguetona.

2
Me miras, traviesa,
jugando con mis deseos de desearte.

3
Muerdes tus labios tentando mi boca,
muerdo mis labios imaginando
el sabor d tu aliento.

4
Tu sonrisa me desquicia.
Tu juego bajo las sábanas me intriga,
me tienta.

5
¿Qué haces?
Quiero desarroparte de una vez…

6
El satín combina perfectamente
con la suavidad de tu cintura.

7
Quiero transformar
tu sonrisa en un suspiro,
y tu suspiro en gemidos.

Tuiteos, Página Cuatro

jueves, 23 de diciembre de 2010…

1
Lo unico que deseo en este momento
es sentir tu respiración caliente
recorriendo mi pecho,
y tu cabello enredado en mis manos…

2
…mirar tu mirar brujo,
mientras nuestras manos
se confunden en caricias mutuas…

3
Aceites de juego, calientes y fríos,
recorriendo nuestros contornos,
junto a nuestras lenguas,
q se divierten con malicia sexual.

4
Con mi fuerza aguanto tus manos,
no las puedes mover…
Desesperas cuando muerdo suave tu cuello,
cuando mi boca se confunde con tus senos.

5
Sonrío cuando mi boca te toca
y me miran tus ojos, vagabundos, erráticos.
No puedes escaparme.
Quiero hacerte temblar y gemir en tu placer.

6
Quiero que tus uñas desgarren mi piel,
pero luego: mi placer es observar tu placer.
Con una mano te aguanto,
la otra se pierde en tu humedad.

7
Me facinan tus gemidos,
tus suspiros cortos,
las contracciones de tu abdomen.
Escápame si puedes.
Tu cuerpo y tu deseo son los míos.

8
Siénteme ahora con tus manos, tu lengua, tu cuerpo.
Siente como tu cuerpo erupciona en un río de lujuria,
siente parte de mí dentro de tí…

9
Acompáñame en este extasis
que nubla los sentidos.
Quiero ser todo tu cosquilleo interior.

10
Vamos ahora a llevar nuestro sudor a la ducha,
y con caricias dulces concluyamos esta aventura.
Aunque no te conozco, te llevo en mi piel.

Phone Sex

Te llamo hoy para decirte cuanto te pienso
que te deseo, me desvelo imaginando tus besos
desnudando tu piel, devorando tu querer
alimentando mis ansias con sueños y versos.

Anoche amé tu deleitable cuerpo desconocido
bailé tu piel entre gemidos y latidos
mi mente divaga, mi sexo se yergue
mi respirar se acelera, mis manos te sienten.

Te llamo para decirte que te pienso aquí tendida
yo, navegando con mi boca tus muslos y venidas
me alucino bañado en tu humedad atrevida
dejando que tu olor impregne mi poesía.

Cuando te sueño, inmerso en tus placeres
tus gritos melodiosos son mis deberes
cierro los ojos, vivo tu carne
en tu interior me deleitan tus calambres.

Sólo quiero morder tus labios, acariciar tu espalda
halar tu cabello, cabalgar tu llegada
saborear tus tobillos, que mueras en suspiros
revivas en sudores, te retuerzas en delirios.

Hielo

Érase una vez un trozo de hielo
que navegaba sobre tu piel
no era grande ni pequeño
siempre aventurero y risueño.

En tu cuello las bocas con sabor a miel
lo acaparaban, lo acariciaban, lo desvestían
tus senos lo mimaban, tu cintura lo albergaba,
tu ombligo lo manoseaba, tu sexo lo abrigaba.

Y aquel frio trozo se volvió lengua
y tú, como el hielo, te volviste delirio y humedad.

Vampiro

“La eternidad es un concepto imposible de comprender por el hombre, por la naturaleza perecedera de todo lo que conoce.”
Hace mucho tiempo que soy vampiro. He aprendido bastante acerca de nosotros en los libros y en la televisión, aunque la mayoría es ficción. Ni las cruces ni el agua bendita me afectan, ni siquiera atravesar mi corazón podría causarme algún daño: todas son falacias del cine y de escritores con mucha imaginación. Lo único que tengo prohibido es caminar durante el día, porque sólo un destello de luz solar podría transformar mi cuerpo en cenizas. Mas aún así, quién lo puede asegurar, tal vez es también parte de la mitología popular.

Soy vivo, mas evidentemente, no en una forma natural. Soy, como puede imaginar, inmortal.

Puedo escuchar los lamentos de las ánimas y los latidos de un corazón a varias millas de distancia. Mis colmillos son largos, como los de una pantera, y afilados, como la espina de una rosa. Mis uñas parecen de cristal, y mis lágrimas son sangre. Cuando no me he alimentado por largos periodos de tiempo, mi piel irradia cierta brillantez sobrenatural, la cual me dificulta el caminar entre los mortales sin levantar sospechas acerca de mi origen. Y creo que usted, amigo lector, debe conocer el tipo de dieta que llevo, la cual es la característica que más distingue mi naturaleza de la humana. Han sido el tiempo y la experiencia mis mejores compañeros en esta aventura, ayudándome a separar los mitos de las verdades.

Este relato que les voy a narrar describe uno de los sucesos más significativos en mi existencia como caminante nocturno. Ocurrió luego de seis meses de haberme convertido en Vampiro.

Unas nubes grises, las cuales amenazaban con derramarse sobre la tierra fresca, opacaban los destellos de la luna en cuarto menguante.

Podía escuchar el crujir de las hojas al ser acariciadas por el viento; distinguir, mejor que nadie, los colores de los murales pintados en los viejos edificios de la universidad; respirar el delicioso perfume de las margaritas que florecían en bosques lejos de aquí, inalcanzables por la mano del hombre.

Algo que me deleitaba, y aún lo sigue haciendo, era escuchar el murmullo característico de las ánimas de las multitudes.

Allí me encontraba, parado frente al teatro, mi pensamiento dirigido hacia aquel torrente de emociones que emanaba del público, de los actores, del director de la obra que allí se presentaba. En fin, de todos los cuerpos almados que allí se encontraban. Jugué con sus mentes — con todas ellas — y las leía, como quien lee una revista. Me burlaba de sus deseos, de sus miedos, de sus risas y de sus llantos silenciosos, porque yo conocía el verdadero significado de la existencia. Fue ahí donde la encontré.

Su piel era blanca como la nieve; sus labios, como los pétalos de una rosa, suaves y delicados. Su alma tenía una delicadeza angelical y una sensualidad que enloquecía mis sentidos. Pude saborear su nombre en mis labios: Verónica.

Quería robar sus besos, sin quitar su aliento; sentir su piel, sin quitar el color rosa de sus mejillas. Pensar en su sangre recorriendo mis venas me hacía vivir. Sentía nuevamente el delirio humano, el cual había olvidado hace algún tiempo.

Verónica, ven, y dame tu aliento.

Yo estaba recostado de una pared sombría, desde la cual podía estudiar el movimiento de las multitudes entrando y saliendo del teatro, y, al mismo tiempo, ocultar el extraño resplandor característico de mi piel. Contemplaba la puerta de salida del teatro, donde ella aparecería.

Poco a poco, la penumbra que envolvía aquel lugar dejaba entrever una figura. Ahí estaba, bella en un vestido rojo, que resaltaba irresistiblemente la palidez de su piel. Su cabello estaba recogido, permitiéndome ver claramente su cuello, el cual se extendía hasta el cielo mismo.

Puse mi nombre en sus labios, y aunque me encontraba a muchos metros de distancia, pude ver como se transformaba su boca al invocarme en un débil suspiro.

Ella caminaba hacia la oscuridad que me rodeaba. Nos atraíamos como los polos opuestos de un cuerpo, ahora los polos opuestos de la existencia misma.

Ahí estaba yo, en mi vestimenta impecable. Llevaba una camisa negra de mangas largas y unos pantalones gris oscuro. Mi cabello negro, que hacía juego con mis ojos azabache, caía un poco más abajo de mis mejillas. Mi sonrisa perlada resplandecía, y resaltaban mis colmillos felinos.

Me acerqué a ella, y no sintió miedo: sabía quien yo era antes de ser Vampiro. Ya mis ojos se habían reflejado en los suyos; ya su nombre se había derretido en mi lengua.

Tal vez por eso la llamé. Siempre deseé poseer su carne y su espíritu; siempre quise sentir su dulce beso y su piel bajo mis uñas. Ahora todo era diferente: podía entrar en su mente y leer su espíritu, lo cual hice, nuevamente, mientras la miraba a los ojos.

Verónica sabía lo que yo estaba haciendo, mas no se resistió. Todo lo contrario, me abrió su interior y me mostró sus más íntimos secretos, sus fantasías y sus delirios. Desbordó toda su pasión en un pensamiento que estremeció mi cuerpo. Se acercó a mí, y tomó mis manos heladas, acarició mi rostro muerto, y siguió perdida en mi mirada. Era ella, ahora, quien trataba de buscar en mi alma, pero su condición humana no se lo permitía.

“¿Qué te ha pasado? ¿En qué te has convertido? ¿Qué eres?” – susurraban sus labios, ahora, con un poco de miedo.

Yo estaba ahí, sólo repitiendo su nombre en mi pensamiento. Mis labios eran incapaces de moverse. De la misma manera en que había puesto mi nombre en sus labios antes, susurré en su mente:

Verónica, hace tiempo que mi alma clama por la tuya. Hace tiempo que mi boca delira por tu piel, y mis manos por tu beso. Acércate a mí, y regálame tu hálito. Déjame beber del cáliz de tu cuerpo, y bebe del mío, para así culminar esta desesperación y comenzar una aventura. Vamos a convertirnos en una historia sin comienzo ni final, porque así es mi deseo por ti, infinito.

Ella parecía saber en qué consistía el ritual. Era lo único que los libros y el cine habían logrado reconstruir de la manera más fiel.

Se acercó aún más a mí, soltó su cabellera, y me besó. Aquel beso duró más de una vida, y fue, en ese momento, que se desbordó toda mi pasión. Ella cortó accidentalmente su lengua con mis colmillos, permitiéndome saborear esa sangre, tan llena de pasión y de vida, que circulaba sus venas. Un suspiro y mil gemidos escaparon de mi boca. Un escalofrío recorrió su delicada piel. Mordí mis labios, para que ella también pudiera saborear mi sangre. Al hacerlo, enloqueció apasionadamente. Ahora ella gemía.

Nos habíamos deslizado de sombra en sombra, hasta llegar a un lugar completamente desolado, lejos del teatro. Nuestros labios estaban llenos de una misma sangre; bebíamos de la copa que formaba nuestro besar.

En medio de ese remolino de emociones y caricias, deslicé mi boca desde sus labios hasta su cuello, y clavé mis colmillos de la manera más sutil, ella sintiendo el más delicioso dolor. Dejó escapar un suspiro, y otro escalofrío recorrió su cuerpo de pies a cabeza.

Sus manos encontraron las mías, y con sus uñas desgarró la piel de mi muñeca, derramando mi sangre con la promesa de una vida eterna.

Toma, bebe mi sangre, y sé eterna en tu amor por mí. Eterno soy en mi amor por ti.

Acercó mi brazo a su boca, y bebió. Mientras yo bebía de su cuello, ella bebía de mi muñeca, formando un circuito de vida mortal y vida eterna. Sentía sus senos contra mi pecho. Mi sexo se erguía, lleno de su sangre. Ambos éramos inmortales en nuestro deseo.

Mis manos descendían hasta sus piernas, se deslizaban sobre su piel, jugaban con su cabello, con su vestido, y con la brisa que acariciaba mis dedos y su espalda.

Mis besos viajaron desde sus labios hasta su pecho, desde su pecho hasta su vientre, desde su vientre hasta su pubis. Ella, con una mano, acariciaba mi cabello, y con la otra, mi espalda, ahora caliente porque su vida nutría mi cuerpo.

Mis labios se enmarañaban en su sexo. Mi lengua saboreaba el dulce néctar de su interior. Mi alma escalaba sus piernas temblorosas, se ahogaba en un suspiro al besar su cintura blanca, y renacía en el dulce de su sangre, que bañaba nuestros cuerpos.

Ella rasgaba mi pecho y mi espalda. Yo clavaba mis uñas en sus muñecas, y bebía aquel vino, que chispeaba dulce en mi boca.

En aquel momento, nuestros cuerpos estaban cubiertos por los vestigios de nuestra ropa. Eran, sólo, trozos de tela tintos y húmedos con el rocío de la noche y de nuestro líquido vital.

Yo estaba agotado por la sangre que había perdido. Verónica, aunque había perdido más que yo, había cobrado una nueva fuerza sobrenatural — poseía el vigor de inmortalidad.

Ahora ella bebía de mi cuerpo, de las heridas que tenía en mi pecho y mi espalda, mientras mi sexo buscaba más sentido en su interior. Entre suspiros y gemidos corrían nuestras almas, dándole significado a esa muerte inmortal que ambos estábamos compartiendo en ese momento.

Nuestro éctasis culminó con la amenaza de la luz del alba, en esta primera noche de la aventura de nuestra nueva existencia. Estaríamos, ahora, juntos en un para siempre, a escondidas del Sol, durante todas las noches de la eternidad.

Esa noche murió el cielo. Las almas caían felices a la Tierra, donde pueden sentir, nuevamente, el delirio terrenal.

“ ‘Love?’ I asked. ‘There was love between you and the vampire who made you?’ I leaned forward.

“ ‘Yes,’ he said. ‘A love so strong that he couldn’t allow me to grow old and die. A love that waited patiently until I was strong enough to be born to darkness.’ ”

Fragmento de Interview with the Vampire,
escrito por Anne Rice.

Caminamos rápidamente cerca del teatro, el cual estaba ahora, completamente vacío.

La lluvia, que golpeaba impetuosamente las aceras de aquellos oscuros callejones y humedecía nuestros cuerpos, era la única compañía que teníamos. Nos movíamos tan rápido, que de alguien haber estado en las cercanías, no hubiera podido vernos. Bailábamos al unísono con las sombras.

Nos detuvimos frente a una ventana, la cual estaba iluminada por la luz tenue que ofrecían unas velas. Verónica se acercó y observó sus manos y el reflejo de su rostro en el cristal. El color rosa que habitaba sus palmas y sus mejillas había desaparecido, al igual que la vida como la había conocido hasta ese momento. Poco a poco, se le hacían visibles los colores imposibles de capturar por los ojos mortales. Poco a poco, comenzaba a escuchar los lamentos de las almas. Poco a poco, crecían unos colmillos afilados dentro de su boca.

“¡Qué eres! ¡Qué soy! Mis manos se han vuelto pálidas como la muerte, pero puedo respirar, ver y sentir. ¡Qué es este frío!” — gritaba Verónica, horrorizada y sorprendida — “¡En qué me has convertido!”

Le contesté, esta vez utilizando esa voz, tan natural para los humanos, pero tan olvidada para mí:

“Eres ahora quien siente la pena que acosa las almas, quien escucha el crujir y caer de los pétalos de una rosa. Eres, ahora, una con la noche. También quien le brinda la muerte súbita o la vida eterna a la existencia perecedera.”

“El frío que sientes es la sangre muerta que ahora circula por tus venas, y la nueva vida que estas adoptando. La vida que Dios una vez te brindó te está abandonando; al mismo tiempo, la que yo acabo de soplar en tu corazón sostiene tu alma y alimenta tu cuerpo, y así será hasta el final de tus días, el cual, tal vez, nunca verás.”

“Sé que esto puede parecerte sinsentido. Lo único que puedo asegurarte es que eres Vampiro en la eternidad, y eterna eres en mi amor.”

Lluvias del Cuerpo

Quiero que tus ojos profundos besen mis manos
que tu lengua cálida beba mi sudor
mientras yo alimento mi hambre de cuerpo
con tu cintura y tu atrevido pudor.

Mas no quiero tu piel erizada
ese vestido lo desea mi alma
luego de nadar en tus suspiros
y escuchar su voz en tus latidos.

Juntos llegamos al al baile del sollozo
dónde nos burlamos de la muerte pequeña
dónde quejarse es una dulce costumbre
dónde los entes llueven gozosos.

¿Por qué preguntas si lo que quiero es sexo?
si es obvio que mi llamado es tu deseo
lo que exclaman mis ojos, lo que piden mis manos
te has convertido en mi fiebre y mi sensual tormento.

Tuiteos, Página Tres

viernes, 10 de diciembre de 2010…

[12:11:31 AM]
Cuando te veo, ahi pequeñita,
dibujada en mi Tweet List,
me invade la extraña idea
de meterme ahí contigo,
en ese cuadrito…

[12:19:41 AM]
Te quiero sorprender de espalda,
arropar tu cintura con mis brazos,
y que sientas mis labios y mis dientes
en tu cuello.

[12:23:18 AM]
¡No me mires!
Trátame con el placer y el atrevimiento
de los que no se conocen,
sin restricciones, una vez.
Quiero ser extraño en tu piel.

[12:27:00 AM]
Miénteme un poco, sin cariño.
Despréciame,
pero desprecia más el frío
de no arroparte con mi cuerpo.
Déjame calentarte con besos.

[12:30:13 AM]
Siente mis manos navegando tus tobillos,
luego mi lengua recorriendo tu espalda.
Siénteme, no mires.
Cierra los ojos, déjate ir.

[12:35:15 AM]
Déjate caer al suelo, no resistas.
Quiero estar en cada escalofrío tuyo.
Vamos, atrévete,
como vagabundos en una ciudad de deseo.

[12:38:00 AM]
Sueñame desconocido,
en blanco y negro,
pero dueño de tu placer…