Hermanos en la sangre Taína:
Aquí nos congregamos, bajo este cielo azul, este seis de octubre para ofrecerles mis últimas palabras antes de esta honrosa revolución.
Mañana nos lanzamos en esta gesta heroica, que llena mi pecho de honra. Sé que estamos listos en cuerpo y alma para defendernos y ahuyentar nuestros invasores yanquis.
La estrategia ha sido discutida en demasía, y no es mi propósito abordar ese tema en este momento. Solo quiero desearnos el más dulce de los éxitos.
Sabemos que es posible que ninguno de los dos mil doscientos cincuenta y seis hombres y mujeres que aquí nos encontramos de pie regrese a su hogar. El enemigo es poderoso, pero más poderosa es nuestra sed de libertad. Vamos a finalizar lo comenzado en Lares, Jayuya y Utuado. Vamos a tomar a San Juan, aunque nos bombardeen con aviones, o nos envíen la mismísima bomba nuclear.
Nuestro país ha sido esclavo durante demasiado tiempo. Nuestras indias fueron violadas, nuestros caciques, destronados sin honores ni funerales. Nuestra sangre ha sido derramada por españoles y gringos desalmados, en busca del crecimiento de sus respectivas naciones, negándonos nuestro derecho al libre albedrío, el mismo que nos ha sido otorgado por Dios, y solo él nos puede quitar.
Ahora, hombres y mujeres Borincanas, es posible que seamos los últimos héroes de nuestra patria. El proceso de asimilación alienígena es lento, pero de paso firme e incansable, hasta su culminación, que está próxima a ocurrir en varios años. Si no triunfamos, es posible que la patria caiga junto a nuestros cuerpos yertos.
Mañana tomamos el Capitolio. Luego, el resto de nuestro terruño, nuestro país que respira con nuestro sudor. Somos la punta de la lanza caribeña. Hoy los insto a levantar los fusiles y nuestras voces al unísono ante este cielo que nos cobija en este momento histórico: ¡Qué viva Puerto Rico libre!