Tuve un sueño de lo más extraño.
Estábamos caminando – tú y yo – por la orilla de una playa desconocida, aunque era en Puerto Rico. Te señalé un islote que estaba al lado de una plataforma petrolera, y te dije que ese islote se llamaba “Isla”, porque la compañía petrolera de la plataforma tenía ese nombre. El pedazo de tierra estaba cubierto por unas nubes, y una intensa lluvia.
Mientras andábamos y conversábamos, nos encontramos con un tumulto de gente mirando un hoyo en la arena, de algunos cuatro o cinco pies de profundidad. Aquí se encontraban un cubo de plástico, y tres pájaros moribundos: dos reinitas y un chango. También el mar había logrado su acceso, y estaba inundando lentamente este espacio. Los pájaros se iban moviendo, y se ayudaban entre si, moviéndose a lugares más altos.
Repentinamente, volaron rápidamente sobre las cabezas de la muchedumbre, hacia cielo abierto.
En ese momento, desperté.