Epílogo

Espero que esta experiencia haya sido tan gratificante para usted, como lo ha sido para mí. Ha sido un trabajo muy difícil, por ser el primero que escribo con algo de conciencia gramatical y literaria.

El Etéreo Inconsciente ha sido sólo un cuento de amor inconcluso. Eso, por ser característica del amor mismo, que por ser energía pura, cambia de forma, pero nunca culmina: “La energía no se crea ni se destruye, sólo se transforma.”

Por lo tanto, mi trabajo no termina, sólo se pospone, hasta encontrar energías nuevas, hasta que la musa bese nuevamente mis labios, me dicte nuevos paisajes y me haga ver un cielo nuevo.

A ti, gracias por ser mi inspiración. Gracias por ser mi más dulce sueño y mi más codiciado pecado. Dulce dolor, dulce beso, dulce fantasía: gracias por pertenecer a mi realidad.

Cuando terminó de leer estas palabras, cerró el libro, mientras yo acariciaba su cabellera roja desde arriba. Ambos rostros parecían pacíficos – el de ella mostrando algunas lágrimas, el mío, allá abajo, sosteniendo algunas telarañas.

Aunque cada vez me sentía más lejos de esa escena, al mismo tiempo, con cada palabra que era leída de aquellos manuscritos, me acercaba más, porque me incorporaba más fuertemente a su recuerdo. Era como si mi cuerpo etéreo se incrustara en su respiración, en sus labios, en su mirar, y en sus manos.

Nunca me olvides, porque siempre te amaré.

Ya el sol se estaba comenzando a dejar ver una vez más. Había pasado una noche entera, pero no tenía sueño. La curiosidad de saber que había en esos otros libros estaba apoderada de mí. Me levanté del suelo y tomé cada uno de sus cuadernos en sus manos para leerlos con calma en mi casa. Extrañamente, podía sentir su sonrisa dentro de mí, de la misma forma en que la sentía cuando, durante su vida, me miraba y mostraba sus dientes imperfectos de la manera más feliz.

De camino a salir del apartamento, me detuve frente al teléfono y llamé a la policía para reportar una muerte. Antes de que llegaran, me fui, pero no sin olvidar aquellos cuadernos que tanto Eduardo atesoró durante su vida.

One thought on “Epílogo

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *