Nuestros cuerpos delinean
una trampa, una cálida guarida
Dónde se refugian nuestras uñas
bañadas de dulce muerte consentida.
Estos besos, lánguidos en el proceso
efímeros espasmos y excesos
que nos mantienen sedientos
del veneno, alas de lo bueno.
Nuestras perversidades sin diálogo
son los muertos de enero
nuestros melancólicos gemidos
son de marzo los latidos, y su hilo.
Esta es la vida que no persigo
sombría costumbre sin testigos
es sólo luz, es ruta sin camino
ya ni sé, será de nuestra piel destino.