Hoy No

Y es que desde antes te amo y te adoro
y te hecho la dueña de mi desespero
y eres quien habita mis pensamientos.

Pero no.

Y es que estas noches te deseo y te anhelo
y eres esas manos que me visten de desvelo
y la musa que en sueños y poemas destilo.

Pero no.

Porque sólo de amores no vive uno, menos dos
gestos que calman las ansias, no sanan dolores
y es que tú en mi pecho provocas temblores.

Pero hoy no…
Mañanal tal vez bailemos esta canción.

Aires de Alborada

Aquí estoy, cantando al oído de mi almohada
que no habla ni respira, tampoco cuenta nada
le entono con mi mal canto estas patéticas tonadas
canciones del que se niega a renacer en alboradas.

Claro es que me faltas tú, y tu mirada traviesa
a quién no quiero como un accesorio para mi cama
anhelaba que fueras más, de mis poemas palabras
que fueras letras presentes con aires de mañana.

Los Últimos Héroes

Hermanos en la sangre Taína:

Aquí nos congregamos, bajo este cielo azul, este seis de octubre para ofrecerles mis últimas palabras antes de esta honrosa revolución.

Mañana nos lanzamos en esta gesta heroica, que llena mi pecho de honra. Sé que estamos listos en cuerpo y alma para defendernos y ahuyentar nuestros invasores yanquis.

La estrategia ha sido discutida en demasía, y no es mi propósito abordar ese tema en este momento. Solo quiero desearnos el más dulce de los éxitos.

Sabemos que es posible que ninguno de los dos mil doscientos cincuenta y seis hombres y mujeres que aquí nos encontramos de pie regrese a su hogar. El enemigo es poderoso, pero más poderosa es nuestra sed de libertad. Vamos a finalizar lo comenzado en Lares, Jayuya y Utuado. Vamos a tomar a San Juan, aunque nos bombardeen con aviones, o nos envíen la mismísima bomba nuclear.

Nuestro país ha sido esclavo durante demasiado tiempo. Nuestras indias fueron violadas, nuestros caciques, destronados sin honores ni funerales. Nuestra sangre ha sido derramada por españoles y gringos desalmados, en busca del crecimiento de sus respectivas naciones, negándonos nuestro derecho al libre albedrío, el mismo que nos ha sido otorgado por Dios, y solo él nos puede quitar.

Ahora, hombres y mujeres Borincanas, es posible que seamos los últimos héroes de nuestra patria. El proceso de asimilación alienígena es lento, pero de paso firme e incansable, hasta su culminación, que está próxima a ocurrir en varios años. Si no triunfamos, es posible que la patria caiga junto a nuestros cuerpos yertos.

Mañana tomamos el Capitolio. Luego, el resto de nuestro terruño, nuestro país que respira con nuestro sudor. Somos la punta de la lanza caribeña. Hoy los insto a levantar los fusiles y nuestras voces al unísono ante este cielo que nos cobija en este momento histórico: ¡Qué viva Puerto Rico libre!

El Dragón de la Calle Melquiades

Desperté desnudo, desorientado, y con las manos cubiertas de sangre. Mi memoria era un revoltijo de imágenes borrosas, en las cuales nada era inteligible. Creo que tenía carne y pelo en mis uñas, las cuales llevaba un poco largas. Mi boca tenía un sazón mórbido de sangre y vómito.

Me acerqué a una pequeña charca, dónde enjuagué mi rostro y mi cabello. Luego froté mi pecho, y me di cuenta que estaba herido. Tenía un orificio en un costado, como un disparo. Al palparlo con mis dedos, un dolor agudo cruzó meridionalmente mi cuerpo. Me sentí un poco mareado, y me recosté en la grama boca arriba, mirando el sol del mediodía con ojos entreabiertos.

Creo que perdí la cuenta de las veces cuando despertaba en un lugar desconocido, desvestido y malsentido. De hecho, ya estaba acostumbrado a la rutina de robarle su ropa a algún vagabundo, llegar a casa, curar mi cuerpo, como haciendo remiendos de costurera, y continuar mi vida como si nada. Usualmente las heridas sanaban por completo al final del día.

Durante la semana, ejercía como profesor de literatura inglesa en la Universidad de Coralinde, y ya mis estudiantes estaban acostumbrados a mis cortas e inesperadas ausencias.

Todo parte de mi estilo de vida prácticamente perfecto, hasta que se acercó Clara con el periódico de antes de ayer en sus manos.

– “Profesor, siempre que usted se ausenta, ataca el Dragón de la Calle Melquiades. ¿No será usted el monstruo?” – preguntó, con una sonrisa pícara en su rostro.

La miré y le gruñí, como haciendo un chiste. Ella sonrió por compromiso.

– “¿Quieres tomar un café?” – pregunté.

– “Seguro que sí. Vamos, profe.”

Desperté desnudo, desorientado. En mis ojos, el sol naciente. En mis labios un sabor a sangre y lápiz labial. En mis manos, cabello. A mi derecha, un cuerpo de mujer, destrozado. A mi izquierda, la otra mitad del mismo cuerpo de mujer.

Con una pésima combinación de llanto y asco, corrí desnudo por aquel parque, y me encontré de frente con unos policías que hacían su ronda mañanera.

– “Justino Vidal” – repitió el investigador – “háblenos acerca de su noche.”

No tenía absolutamente nada que decir, mi memoria estaba en blanco. Sólo recuerdo un olor a café, una luna en menguante, sus senos apretados a mi pecho, y su suave boca derretida sobre mis labios.

– “Justino Vidal” – insistió – “¿es usted el Dragón de la Calle Melquiades? Este asesinato concuerda con el patrón. La víctima despedazada, como atacada por una bestia. Hay hasta partes que nunca aparecen. ¿Come usted partes de sus víctimas, Vidal?”

– “No. Y no soy el Dragón ese. No sé que hago aquí. Sólo sé lo que aparece en el periódico.”

– “Ahora nos va a negar que usted mató a la joven Clara Montero. Usted no es sólo un animal, sino también un embustero. ¿Quiere ver las fotos?”

– “No. Estuve anoche con ella, pero fuimos atacados por alguien que robó mis pertenencias y le debe haber hecho daño a la muchacha.” – le contesté al policía, con toda la seriedad del planeta.

– “¿Y usted espera que le creamos?”

– “Sí.”

Esta celda era una pequeña y aislada. Me consideraban un prisionero peligroso, aunque realmente siempre fui un caballero con todos ahí, hasta hoy.

– “¡Déjenme salir! ¡Soy inocente! ¡Necesito salir de aquí!”

Pero nadie escuchaba, y a nadie le importaba. Estaba sudando y me dolía mucho la cabeza, asumo que era la ansiedad.

Con cada uno de mis gritos, mi voz cambiaba, y se tornaba más gruesa, más violenta. Estaba perdiendo el control de mi cuerpo, y cada vez aquella pequeña gruta enrejada me parecía más pequeña. Y con un mareo súbito, creo que desmayé.

Abrí los ojos, y no reconocí dónde me encontraba. Uno de los guardias de seguridad tenía un rifle apuntado a mi cabeza.

– “¿Qué ocurrió? ¿Dónde estoy?”

– “Definitivamente, el Dragón de la Calle Melquiades es un apodo muy acertado.”

Aunque me encontraba atado al suelo, pude observar a mis alrededores lo que parecían ser pedazos de seres humanos. Creo que alcancé a contar doce o trece cuerpos, pero puedo equivocarme.

– “¡Dispárale en la cabeza!” – gritó uno de los policías.

– “¿Entonces no recuerdas nada de esto?” – me preguntó aquel hombre, mirándome a los ojos, y con una pistola en mi cara. El sargento tenía la piel abierta en el área del cuello, y mucha sangre en la ropa. No quería ni preguntarle qué o quién había causado esas heridas.

– “¡Quítenle las amarras!”

Se acercaron un par de hombres uniformados enormes, y desamarraron aquellas cadenas. Me puse en pie, y miré mis alrededores.

– “Veinticinco hombres muertos. Doce heridos, incluyéndome a mí. Nunca había visto algo así. Es como una película de terror. Cuénteme Vidal, ¿realmente no recuerda nada de esto? Ah, y no haga ningún movimiento brusco, porque hay francotiradores esperando por mi orden para matarle.”

– “No recuerdo nada de esto. Estaba dormido en mi celda.”

– “Cinco horas tratando de detenerle. Trasladamos a los prisioneros fuera de esta área. Usted es un monstruo. Debería matarle ahora mismo, pero por ahí viene alguien que va a trabajar con usted. ¡Maldito sea, Vidal!”

Me acerqué a su oído, y susurré una palabra: licantropía. Y acompañando mi voz, se abrió fuego contra mi cuerpo. Caí al suelo, sintiendo como me rodeaba una tiniebla espesa y negra, y cómo se me escapaba la vida a borbotones.

Mi Plan Maquiavélico Para Conquistar El Mundo

Recientemente, he ideado un plan maquiavélico para lograr la conquista del mundo.

Tiene una mecánica sencilla: consiste en lograr que me extrañen, en hacerme necesario. Sé que suena como un mal chiste, pero no lo es. También sé que no será fácil, y que tomará tiempo. ¿Qué cómo lo haré? Les explicaré ahora.

Primeramente, me tengo que acercar a todos ustedes, aunque sea por un muy corto instante, y decirles un secreto. Nada complejo, sólo una corta frase que me permita permanecer en sus cavilaciones aunque sea durante algunos minutos. Una vez me encuentre nadando en el tejido de sus cerebros, el resto es sencillo, pues puedo plantar ideas con mis propias manos. Hasta que un día, y con toda naturalidad, yo mismo seré sus ideas, o más bien, las semillas que cultive lo serán.

Lo complejo de este plan es encontrar la frase perfecta, el secreto que los haga pensar, que me permita masajear esa materia gris la cual llamamos “los sesos”. Pero no crean que no la he ideado, ya tengo esa parte de mi estrategia bajo control, y en producción. Imagino que ahora estarán esperando que les diga cuál es ese secreto. Pues no lo haré. Esta parte la tendrán que imaginar, porque si les digo, deja de ser secreto. No importa que me rueguen, no les diré. No es que no quiera… ¡es que no les puedo decir! Bueno, algún día lo compartiré, pero no mientras mi operación esté en desarrollo.

Lo que sigue es simple. Cuando concluya mi tarea de renacer en las cabezas de al menos un millón de personas, entonces dependerá del viajar de boca en boca y de acto en acto, en la exploración de mis temas, porque sé que estas ideas serán expuestas hasta en los más altos foros. Este elemento es uno aleatorio, pero confío en que todas las leyes de probabilidades estarán a mi favor.

Será en este momento, cuándo mis planteamientos y concepciones se encuentren en su momento más intenso, que aparentaré mi desaparición del universo. Y mediante esta ilusión, permaneceré en los verbos y los sueños de todos los entes para siempre, porque la escencia de los ausentes se hace más fuerte cuando no la acompaña su presencia corpórea. Cuando ocurra esto, definitivamente habré conquistado el mundo.

Suena descabellado. Suena inverosímil. Suena prácticamente imposible. Claro, como todo plan maquiavélico para lograr la conquista del mundo. Si fuera una maquinación que tuviera raíces en la realidad, o aunque fuera tuviera un cimiento levemente concreto, ya otro la hubiera llevado a cabo.

Bazofia

Esto que trueno, y que parece ser bazofia
es sólo mi perspectiva de nuestra historia
y ya los oigo quejándose por mi sonsonete
pero hay que denunciar a los que nos someten
recalcar como antes éramos reyes taínos
y nos convertimos en políticos sucios, asesinos.

Déspotas sin gloria, del caribe somos escoria
sin voz propia, sin aspiraciones meritorias
olvidamos sin perdón el sacrificio indígena
que dejaron su pellejo a españoles alienígenas
conquistadores que llegaron en naves espaciales
nos violaron, nos mataron sin hacernos funerales.

Luego llegaron los rubios, los que van de verde
esos gringos gigantes que no toleran rebeldes
y mi pueblo boricua está ciego, los recibe agradecido
olvidamos nuestros indios, y le dimos culo a Albizu
y aunque solo camine, siendo etéreo inconsciente
me apego a mi cultura aún entre la sombra y la muerte.

Me pregunto que hace mi India bravía entre tanto gringo
viendo televisiones, somos videolectores bebiendo vino
que hace el borincano, sentado, de brazos cruzados
estamos jugando PlayStation y poniéndonos barracos
cuando somos del Caribe la lanza en misión sagrada
les aviso que le falta a Latinoamérica su última espada.

Pero miento, les comento, esto no puede ser cierto
tengo esperanzas, aunque sus suspiros casi no los siento
no puede ser que hayan muerto los últimos valientes
no puede ser que se fueran sin gloria ni birretes
no puede ser que estas letras reflejen mi historia
ruego a un Dios que todo lo que rujo sea pura bazofia.

Soñando Con Pájaros

Tuve un sueño de lo más extraño.

Estábamos caminando – tú y yo – por la orilla de una playa desconocida, aunque era en Puerto Rico. Te señalé un islote que estaba al lado de una plataforma petrolera, y te dije que ese islote se llamaba “Isla”, porque la compañía petrolera de la plataforma tenía ese nombre. El pedazo de tierra estaba cubierto por unas nubes, y una intensa lluvia.

Mientras andábamos y conversábamos, nos encontramos con un tumulto de gente mirando un hoyo en la arena, de algunos cuatro o cinco pies de profundidad. Aquí se encontraban un cubo de plástico, y tres pájaros moribundos: dos reinitas y un chango. También el mar había logrado su acceso, y estaba inundando lentamente este espacio. Los pájaros se iban moviendo, y se ayudaban entre si, moviéndose a lugares más altos.

Repentinamente, volaron rápidamente sobre las cabezas de la muchedumbre, hacia cielo abierto.

En ese momento, desperté.

Un Triste Infierno

Qué triste versar este momento
ha llegado la despedida, la detesto
no creas que tus “te amo” menosprecio
nos ha tocado vivir días incorrectos.

Qué triste la tonada de esta canción
mas no te culpo por decirme adiós
no supe cumplir con tus tiempos
solo quererte con besos chuecos.

Qué triste ver tus fotografías
escuchar tu voz, a escondidas
y es que tu partida la entiendo
porque a tus sueños nada vendo.

Qué triste vivirme esta vida
como será, tras tu huida
porque sólo te ofrezco un infierno
este maleficio de besos tiernos.

Ven Acá

Pídele tú a tu Dios
que yo le pido a la razón
esto nos lleva al clandestinaje
y no se vivir con este chantaje.

Te quiero sólo para mí
tus ojos en mi diario vivir
porque ahora sólo habitas
en memorias e historias.

Dónde rayos estás
niña calla, y ven acá
no borres los días de atrás
ven, bésame y dame libertad.

El Día Que Murió García Márquez

– “¿Por qué lloras?”

– “Porque se murió uno de los grandes.”

– “¿Pero quién?”

– “Se murió Don Gabriel…”

– “¿El de la esquina?”

– “No, chica, García Márquez…”

– “¿Ah, el escritor?”

– “Sí.”

– “Pero si tú ni lo conoces… ¿Cuál es el llanto?”

– “¡Cómo que no lo conozco! ¿No has visto mi biblioteca personal?”

– “Bueno, sí, pero… personalmente, me refiero.”

– “Ah, no. Pero no hace falta ver a alguien en persona para conocerlo. Lo conozco a través de sus cuentos, de sus historias. Hay quienes viven juntos toda una vida y no se conocen. Hay a quienes conoces con una mirada, un gesto, o como en este caso, con su palabra escrita.”

– “Llorón. Tu eres más mamao…”

– “Claro, tú lo que lees es Cosmopolitan. Lee a ese hombre, y te darás cuenta por qué lloro.”

– “Esos libros son muy largos, olvídate de eso.”

– “Te debiste haber muerto tú, jodida bruta, en lugar de él.”

– “Tú lo que estás es enamorao de ese tipo, maricón.”

– “Es admiración y respeto. Es lamentar la partida de un autor como pocos. Tú nunca vas a entender. Sigue viendo televisión mi’ja, y déjame tranquilo.”

– “Por lo menos ahí ocurre algo tangible.”

– “Te hace falta lectura de verdad, de la que estimula los sentidos y menea el alma.”

– “Los trajes Versace menean mi alma, y me hacen querer menearte la cartera.”

– “Si eso es todo lo que tienes que decir, vete con tu Cosmo y con La Comay.”

– “Sólo si dejas de llorar como un pendejo. Vente, papito, dame esa trompita, y sonríe un poco.”

Luego de un pequeño beso, él sonríe de medio lado. Ella sonríe complacida, se da media vuelta, y se va a ver la televisión.