The Magic Man

I am the magic man
the one who flies through time
dipping my fingers in the sand
shaping the blast
without breaking the glass.

I watch you from nearby
surfing the whiskers of air
diving in your body of sin
hell and heaven well aware.

Now I wave my magic wand
to watch you both young and old
I am forever enthralled with your soul
you eyes and your fiery tongue.

I am your magic man
swinging though your life with ease
playing with time
holding your light
teasing your stare, forever mine.

Cyanide Spliff

As I write this simple note
my letter to other sibling souls
I reminisce about the wish that I once had
Dreams of life, unknowingly murderously alive.

I once dreamt of a forever love
wrapping her legs around my ecstatic body
shivering, unending, surreal, unreal
bourbon kisses, cocaine teases
lips tasting like a joyride of petals.
But those dreams usually ended
drowned in wetness of pillows and sheets,
false hopes and lost souls.

I have also dreamt of a free country
where orgies commonly happened
in the streets, my backyard, on the trunks of cars
and my fulfilling drug was flesh
while all others were simply fun.
But those dreams usually ended
with a kaleidoscope of morning breaths
sick, dying, sick of dying, or simply decaying
with every rooster crow.

Today I light my cyanide spliff
because I have dreamt my death
but when I arise from eternal slumber
it’s just morning, chirping and daisies
and I don’t want to just dream such an end
that will start again with the rising sun
a lie that dies when the dream dies
and my body just lays.

Sonámbulo

Hoy despierto, igual que ayer, sonámbulo. No recuerdo si ya lavé mis dientes, porque todos mis días son iguales. Enciendo mi televisión, y veo noticias que me consternan por sólo cinco minutos – ya lo he visto todo. Si lo que veo no son mis nuevas, y ese mundo no es el mío, que más da.

Me dirijo a cocinarme algo, porque gruñe mi estómago. Al mirar dentro de mi nevera, me pregunto: ¿tostadas francesas, huevos fritos o en revoltillo? Me da igual, porque el café es igual.

La ropa que llevo es la de anoche aun. La que tengo en mi closet es la de la semana pasada, o de la antepasada, si tengo suerte.

Veo algunos seres compartiendo mis pasos, también sonámbulos, con quienes cruzo miradas, pero están todas vacías. Mis ojos son sólo cuevas, órbitas cóncavas que no invitan a nada.

Ni siquiera el agua cayendo sobre mí auyenta esta anestesia. Mi vida vive confinada en un trance, inescapable, monótono, e innegable.

El orden en el cual realice mis labores matutinas no importa, el desenlace es el mismo: me dirijo a mi trabajo, intento sobrevivir algunas horas, para luego regresar.

Sin ninguna eventualidad, lavo mi cuerpo, y me acuesto a dormir. Es ahí donde despierto, en sueños, dónde soy la arena del envase de cristal, y dónde, con una pincelada, trazo valles verdes, muñecos de nieve, y millones de destinos.

Luego comienza el otro día, el mismo de ayer, la misma vagancia sonámbula, como el ratón en su laberinto genérico, cuya ruta ha memorizado. Luego, sólo queda correr en la rueda, sin dirección.

Continuaré

Ayer murió un amigo
hoy, mi esposa y mi madre
mañana serán mis hijos
y pasado el después, los siglos.

Continúo, cargo mi casa a cuestas
desfilo, pero la duda acecha esta gesta
desnudo, sucio y malherido
con el alma partida, a veces me despido.

Pero soy un caminante impasivo
lanzo ladrillos, y sobre ellos camino
porque mis pies prohíben el desplomo
y mi corazón sangra, pero no está vacío.

Cuando llegue mi día gris
cuando las hojas se tornen marrón
cuando la miel se amargue
y mis huesos ardan como el carbón
si a mi caminar le queda pellejo
aunque los pasos sean maltrechos
caminaré.

Aún, luego de mi muerte,
cuando se acaben las páginas
cuando los ojos y los oídos y las bocas cesen
cuando los peces parezca que perecen
cuando mi nombre sea un espejismo del vago recuerdo
resurgiré, intacto en la voz del viento,
y continuaré.

Recordando a Eduardo

Hoy nació Eduardo
sin nada de cabello,
con las piernas
un poco torcidas,
jincho y chimuelo.

Por ahí lo vi
persiguiendo unas chicas
en la universidad.

Calvo o con más pelo,
a veces gordo, a veces flaco,
más o menos cegato,
idealista, un poco vago,
desde siempre
viviendo su sueño,
de ser recordado
entre letras y lienzos.

Ayer se murió, era él,
lo veo en su mirada
aunque ahora estaba frío
y arrugado su ceño,
su sonrisa
era la misma
que retrataba
desde niño.

Ese fue Eduardo,
el de los retratos,
el que escribía versos
y dibujaba senos,
desde el ’75 molestando
y para siempre
en mi recuerdo.

Solo, en mi camino

El viento acaricia mi rostro…

Cavilo
las verdades de la vida
las ilusiones del ser humano.

Las estrellas
ya no iluminan
mi camino

solo

un sol
que derrite mi ser
que evapora mis lágrimas.

Las luces de una ciudad
por conocer
se alejan.

Un tren de recuerdos
vaga sobre las vías
de mi vida.

Me dirijo
hacia un futuro incierto
iluso y fantasioso.

El propósito de vivir
con el alma muerta:
eso he descubierto.

Sólo queda
un destino desconocido
para ser enfrentado
por un rostro erosionado
y con las lágrimas ahogando
la historia de una existencia.

Voy en un tren
lleno de delirios
a cuestas con mi vida
en camino
hacia lo inverosímil.

El Rey

Desde la lejanía
todo cobra un matiz
distinto.

El oscuro celeste
construye mi universo
y la luna
desfila honrosa
sobre mi rostro.

Soy un rey majestuoso.
Voy en mi carroza conduciendo
sobre el camino
de los ladrillos dorados.

A lo lejos
diviso unas luces:
es fuego
quien ciega y consume
lo que fue mi ciudad.
Es la devastación de mi reino.

Las nubes se burlan incesantes.
Son animales que vacacionan
en mi imaginación.

Esta carretera es incierta.
Conduzco glorioso
hacia la nada,
cargando con mis glorias pasadas,
altivo, majestuoso.

Desde la lejanía
ya no veo mi ciudad.

Cuando Se Acaben Las Luchas

Cuando se acaben las luchas
viviré un mundo libre
lleno de almas tristes
y cuerpos cenizos
con patrias dormidas
y cadenas partidas.

Cuando se acaben las luchas
el cielo perderá su azul
y no habrá cuerpo en la tierra
y no habrá verde en el campo
y el universo estará ciego
de estrellas
de luna
de sol
estarán todos bajo mis pies.

Y si se acaban las luchas
me retiraré a una isla lejana
a vivir el sueño del justo
lejos de la vida
lejos de la mía
lejos de este mundo
intocable, inmutable
porque si llegara ese día
es porque la luz ha muerto.